2
Corintios 2:4 La Biblia de las Américas
Problemas
en la iglesia de Corinto
2 Pero en mí mismo decidí esto: no ir otra vez a vosotros con
tristeza. 2 Porque si yo os causo
tristeza, ¿quién será el
que me alegre sino aquel a quien entristecí? 3 Y esto mismo os escribí, para que cuando yo
llegue no tenga tristeza de parte de los que debieran alegrarme, confiando en
todos vosotros de que mi gozo sea el mismo de todos vosotros. 4 Pues por la mucha aflicción y
angustia de corazón os escribí con muchas lágrimas, no para entristeceros, sino
para que conozcáis el amor que tengo especialmente por vosotros.
5 Pero si alguno ha causado tristeza, no me la ha causado a mí, sino hasta
cierto punto (para no exagerar[a]) a todos vosotros. 6 Es
suficiente para tal persona este
castigo que le fue impuesto por
la mayoría; 7 así
que, por el contrario, vosotros más bien deberíais perdonarlo y consolarlo, no sea que en alguna manera este[b] sea abrumado por tanta[c] tristeza. 8 Por lo cual os ruego que
reafirméis vuestro amor
hacia él. 9 Pues
también con este fin os escribí, para poneros a prueba[d] y ver si sois obedientes en todo. 10 Pero a quien perdonéis algo,
yo también lo perdono;
porque en verdad, lo que yo he perdonado, si algo he perdonado, lo hice por vosotros en
presencia de Cristo, 11 para
que Satanás no tome ventaja sobre nosotros, pues no ignoramos sus ardides.
UN
ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Jesús
viene pronto, ¿Qué hacer mientras tanto?
Reflexiones
cristianas diarias por CVCLAVOZ
Hace
más de dos mil años atrás Jesús ascendió al cielo, prometiendo que volvería y
llevaría con Él a todos los que lo esperen. “Cuando todo esté listo, volveré
para llevarlos, para que siempre estén conmigo donde yo estoy.” Juan 14:(NTV).
No
debemos olvidar que para el Señor, un día es como mil años y mil años son como
un día. Las señales que están escritas en la Biblia, y que nos sirven de
advertencia a nosotros, son tan claras que debemos escuchar lo que el Espíritu
nos dice y muestra.
Pero
el día del Señor llegará tan inesperadamente como un ladrón. Entonces los
cielos desaparecerán con un terrible estruendo, y los mismos elementos se
consumirán en el fuego, y la tierra con todo lo que hay en ella quedará
sometida a juicio.
2
Pedro 3:10 (NTV).
Sin
duda alguna, Jesús volverá pronto y cumplirá su promesa en el tiempo y la hora
que están determinados: “[…] creéis en Dios, creed también en mí.” Juan 14:1
(RVR1960).
¿Qué
hacer mientras tanto?
El
mejor ejemplo para imitar mientras esperamos el regreso de Jesús es el de Juan
el Bautista, quien fue el mensajero que anunciaba la venida del Señor cuando
vino por primera vez.
No
había vergüenza ni miedo en él al compartir las buenas nuevas de Jesús. Era un
hombre lleno de fe y decidido. Enfrentó a los religiosos con la verdad y los
exhortó a que cambiaran de vida. Gracias a él muchas personas fueron salvas y
disfrutan de la vida eterna.
Al
igual que Juan, nosotros esperamos la llegada de nuestro Salvador y mientras
esperamos, debemos ser como él, mensajeros y la voz de Dios, anunciando el
pronto retorno de Jesús.
El
Señor viene pronto y nuestra tarea es compartir su palabra, advertir del juicio
de Dios y de la ira venidera. Somos mensajeros y debemos cumplir con nuestra
misión. Somos la voz de Dios y debemos compartir la verdad.
Si
alguien se avergüenza de mí y de mi mensaje, el Hijo del Hombre se avergonzará
de esa persona cuando regrese en su gloria y en la gloria del Padre y de los
santos ángeles.
Lucas
9:26 (NTV).
Sin
importar cuáles sean las circunstancias que estés pasando en este tiempo, sigue
adelante reconociendo a Jesús como tu único Señor y Salvador. No te avergüences
en ningún momento y por ningún motivo, continúa creyendo en Él y en su Palabra.
No
me da vergüenza anunciar esta buena noticia. Gracias al poder de Dios, todos
los que la escuchan y creen en Jesús son salvados; no importa si son judíos o
no lo son.
Romanos
1:16 (TLA).
Diego
Jora
CVCLAVOZ
UN
ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
¿Qué
quieres que Jesús haga por ti?
Reflexiones
cristianas diarias por CVCLAVOZ
Sin
duda alguna, para evitar molestias hacia los demás, nos cohibimos de pedir
ayuda, aun si la necesidad se hace bastante evidente. ¿Alguna vez te pasó?
En
el capítulo 4 de 2da de Reyes, a partir del versículo 8, la Biblia menciona a
una mujer bastante importante, quien se caracterizaba por tener un corazón
piadoso y hospitalario para con el necesitado. Por ello, decidió construirle
una habitación al Profeta Eliseo, para que cuando él pasara por su ciudad a
ministrarlos, tuviera un lugar de descanso.
¡Qué
gran actitud la de esta mujer! Por su gran corazón el profeta se sintió en
deuda con ella, por lo que quiso hacerle el bien, mas cuando mandó a preguntar
por su necesidad, ella se negó a aceptarlo, aun sabiendo que el anhelo más
profundo de su corazón era llegar a ser mamá.
Ella
simplemente dijo: “Yo habito en medio de mi pueblo”. En otras palabras: ¡No
necesito nada!, o ¡Todo está bien!
Sabemos
que Dios conoces nuestras necesidades, pero Él desea que de nuestros labios
salgan palabras que toquen su corazón.
Quizá
hoy te sientes agobiado por la escasez o afligido por la incertidumbre, pero
por no molestar a Dios o sentirte una carga para tu prójimo, has decidido
callar. ¿Crees que es lo correcto?
No
te encierres en tus problemas, necesitas abrir tu corazón y decir cómo te
sientes; de lo contrario, el silencio te llevará a pensar que a nadie le
importas.
¿Recuerdas
al ciego Bartimeo? No le importó lo que la gente podría pensar de él, porque
desde el momento que supo que Jesús pasaría por su ciudad, rompió el silencio
para clamar por su necesidad.
Ahora
te pregunto a ti, ¿Cuál es tu necesidad?, ¿Estás dispuesto a pedir ayuda a
Dios? o ¿Prefieres callar?
Y
esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a
su voluntad, él nos oye.
1
Juan 5:14 (RVR1960).
¡Jesús
está dispuesto a responder a tus necesidades!
Ruth
Mamani
CVCLAVOZ
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