Salmos 103:20 La
Biblia de las Américas (LBLA)
Himno de alabanza
Salmo de David.
103 Bendice, alma mía, al Señor,
y bendiga todo mi ser[a] su santo nombre.
2 Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides ninguno de sus beneficios.
3 Él es el que perdona todas tus iniquidades,
el que sana todas tus enfermedades;
4 el que rescata de la fosa tu vida,
el que te corona de bondad y compasión;
5 el que colma[b] de bienes tus años[c],
para que tu juventud se renueve como el águila.
y bendiga todo mi ser[a] su santo nombre.
2 Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides ninguno de sus beneficios.
3 Él es el que perdona todas tus iniquidades,
el que sana todas tus enfermedades;
4 el que rescata de la fosa tu vida,
el que te corona de bondad y compasión;
5 el que colma[b] de bienes tus años[c],
para que tu juventud se renueve como el águila.
6 El Señor hace justicia[d],
y juicios a favor de todos los oprimidos.
7 A Moisés dio a conocer sus caminos,
y a los hijos de Israel sus obras.
8 Compasivo y clemente es el Señor,
lento para la ira y grande en misericordia.
9 No contenderá con nosotros para siempre,
ni para siempre guardará su enojo.
10 No nos ha tratado según nuestros pecados,
ni nos ha pagado conforme a nuestras iniquidades.
11 Porque como están de altos los cielos sobre la tierra,
así es de grande su misericordia para los que le temen[e].
12 Como está de lejos el oriente del occidente,
así alejó de nosotros nuestras transgresiones.
13 Como un padre se compadece de sus hijos,
así se compadece el Señor de los que le temen[f].
14 Porque Él sabe de qué estamos hechos[g],
se acuerda de que somos solo polvo.
y juicios a favor de todos los oprimidos.
7 A Moisés dio a conocer sus caminos,
y a los hijos de Israel sus obras.
8 Compasivo y clemente es el Señor,
lento para la ira y grande en misericordia.
9 No contenderá con nosotros para siempre,
ni para siempre guardará su enojo.
10 No nos ha tratado según nuestros pecados,
ni nos ha pagado conforme a nuestras iniquidades.
11 Porque como están de altos los cielos sobre la tierra,
así es de grande su misericordia para los que le temen[e].
12 Como está de lejos el oriente del occidente,
así alejó de nosotros nuestras transgresiones.
13 Como un padre se compadece de sus hijos,
así se compadece el Señor de los que le temen[f].
14 Porque Él sabe de qué estamos hechos[g],
se acuerda de que somos solo polvo.
15 El hombre, como la hierba son sus días;
como la flor del campo, así florece;
16 cuando el viento pasa sobre ella, deja de ser,
y su lugar ya no la reconoce.
17 Mas la misericordia del Señor es desde la eternidad hasta la eternidad, para[h] los que le temen[i],
y su justicia para los hijos de los hijos,
18 para los que guardan su pacto
y se acuerdan de sus preceptos para cumplirlos.
como la flor del campo, así florece;
16 cuando el viento pasa sobre ella, deja de ser,
y su lugar ya no la reconoce.
17 Mas la misericordia del Señor es desde la eternidad hasta la eternidad, para[h] los que le temen[i],
y su justicia para los hijos de los hijos,
18 para los que guardan su pacto
y se acuerdan de sus preceptos para cumplirlos.
19 El Señor ha establecido su trono en los cielos,
y su reino domina sobre todo[j].
20 Bendecid al Señor, vosotros sus ángeles,
poderosos en fortaleza, que ejecutáis su mandato,
obedeciendo la voz de su palabra.
21 Bendecid al Señor, vosotros todos sus ejércitos,
que le servís haciendo su voluntad.
22 Bendecid al Señor, vosotras todas sus obras,
en todos los lugares de su dominio.
Bendice, alma mía, al Señor.
y su reino domina sobre todo[j].
20 Bendecid al Señor, vosotros sus ángeles,
poderosos en fortaleza, que ejecutáis su mandato,
obedeciendo la voz de su palabra.
21 Bendecid al Señor, vosotros todos sus ejércitos,
que le servís haciendo su voluntad.
22 Bendecid al Señor, vosotras todas sus obras,
en todos los lugares de su dominio.
Bendice, alma mía, al Señor.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Un tiempo de tormenta.
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ
Nosotros, como creyentes, en alguna etapa de nuestra vida hemos
tomado la decisión de seguir firmemente en los caminos del Señor, convirtiéndonos
en sus seguidores; pero la Biblia nos enseña que vamos a pasar por muchas
dificultades por ser discípulos de Jesús, sin embargo, saldremos victoriosos de
todo lo que enfrentemos.
Hoy vivimos una de las crisis más grandes que la humanidad está
atravesando, un tiempo donde muchos están viviendo con temor en el corazón y a
causa de ello pierden la calma. La Palabra de Dios nos relata una historia
similar a la nuestra, donde los discípulos de Jesús estaban en medio de una
tormenta:
En Mateo 8:23-27 (RVR 1960) dice: “Y entrando él en la barca,
sus discípulos le siguieron. Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad
tan grande que las olas cubrían la barca; pero él dormía. Y vinieron sus
discípulos y le despertaron, diciendo: !!Señor, sálvanos, que perecemos! El les
dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a
los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. Y los hombres se maravillaron,
diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?”
Esa tormenta provocó que los que estaban en la barca se
desesperaran y perdieran la calma; no era una tormenta cualquiera, era una
situación de vida o muerte. Al estar en medio de esta dificultad su vida estaba
en riesgo con cada minuto que pasaba, ¿Qué podían hacer al respecto? Jesús les
había demostrado que Él estaba con ellos todo el tiempo, pero, aun así, la
desesperación en sus corazones era evidente, y en respuesta a su clamor
recibieron una reprensión del señor Jesús diciéndoles: “¿Por qué teméis hombres
de poca fe?”
Muchos de nosotros, a causa de esta pandemia, nos sentimos
temerosos, vivimos en medio de la tormenta donde nuestras vidas están en riesgo
y estamos permitiendo que el temor y la desesperación nos roben la paz; pero
Dios nos dice: "no tengas miedo", Él sólo nos pide que tengamos fe,
que creamos en su promesa de estar con nosotros.
En este pasaje de la Biblia aprendemos una gran lección de
confianza en Aquel a quien un día decidimos seguir hasta que Él venga. Debemos
aprender a decir cómo el salmista: “Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde
vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la
tierra.” Salmo 121:1-2 (RVR 1960).
Shirley Chambi
CVCLAVOZ
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Con la mira en la meta.
Reflexiones cristianas diarias por
CVCLAVOZ
Cuando descendió Jesús del monte, le
seguía mucha gente. Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo:
Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y le tocó,
diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció.
Mateo 8:1-3 (RVR 1960).
Este pasaje nos declara uno de los
milagros de Jesús. Cuando una persona contraía lepra, además de originar un
alejamiento social, producía aversión por el olor y el aspecto que presentaba.
Pero cuando el Maestro sanó a este leproso, él fue libre de ese mal, provocando
que nuevamente sea aceptado por la sociedad; podía abrazar a sus familiares, ya
no tenía que vagar por cavernas y lucía un aspecto físico saludable.
Pero, ¿Qué sucedería si la persona
sana nuevamente volviera a vivir como leproso? ¿No sería ilógico? Es decir,
vivir nuevamente aislado, escondiéndose de la gente, sin asumir la sanidad que
Jesús hizo en su vida. Finalmente, viviría como leproso a pesar de haber sido
sanado.
Al meditar en nuestra vida espiritual,
muchos de nosotros volvemos a vivir como esclavos; a pesar de que un día nos
rendimos a Jesús, y lo invitamos a nuestro corazón para que sea el Señor de
nuestra vida, seguimos viviendo como prisioneros, ¿Por qué continuamos con esos
pecados que nos arrastran una y otra vez a la misma condición?
Es porque no estamos asumiendo la
posición que nos fue dada. Dios nos hizo libres del pecado, pero nos otorgó a
nosotros la responsabilidad de mantenernos firmes. Por ello dice: “Estad, pues,
firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez
sujetos al yugo de esclavitud.” Gálatas 5:1 (RVR 1960).
Mientras nos encontremos en este
mundo, todos los días tendremos una lucha interna entre nuestro espíritu y
nuestra naturaleza pecaminosa, la cual ganará quien esté más fortalecido. Es
por ello que en la Biblia dice: “Así que hagan morir las cosas pecaminosas y
terrenales que acechan dentro de ustedes. No tengan nada que ver con la
inmoralidad sexual, la impureza, las bajas pasiones y los malos deseos. No sean
avaros, pues la persona avara es idólatra porque adora las cosas de este mundo”
Colosenses 3:5 (NTV).
Si alimentamos los deseos pecaminosos,
es obvio que aumentará su poder y continuaremos en esclavitud, pero si por el
contrario fortalecemos nuestro espíritu por medio de la meditación en su
Palabra y sometemos nuestro cuerpo a la obediencia a Cristo, iremos venciendo
día a día.
Asumamos la posición que Jesús nos dio,
Él nos hizo libres, el pecado ya no puede adueñarse de nosotros para hacer lo
incorrecto. En nosotros esta el poder del Espíritu Santo para ir de victoria en
victoria.
Neyda Cruz
CVCLAVOZ
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