https://www.facebook.com/unencuentroconlapalbra
Isaías 62:7 La
Biblia de las Américas (LBLA)
Certeza de la salvación
62 Por amor de Sion no callaré,
y por amor de Jerusalén no me estaré quieto,
hasta que salga su justicia como resplandor,
y su salvación se encienda como antorcha.
2 Entonces verán las naciones tu justicia,
y todos los reyes tu gloria,
y te llamarán con un nombre nuevo,
que la boca del Señor determinará.
3 Serás también corona de hermosura en la mano del Señor,
y diadema[a] real en la palma de tu Dios.
4 Nunca más se dirá de ti: Abandonada[b],
ni de tu tierra se dirá jamás: Desolada[c];
sino que se te llamará: Mi deleite está en ella[d],
y a tu tierra: Desposada[e];
porque en ti se deleita el Señor,
y tu tierra será desposada.
5 Porque como el joven se desposa con la doncella,
se desposarán contigo tus hijos;
y como se regocija el[f] esposo por la esposa,
tu Dios se regocijará por ti.
y por amor de Jerusalén no me estaré quieto,
hasta que salga su justicia como resplandor,
y su salvación se encienda como antorcha.
2 Entonces verán las naciones tu justicia,
y todos los reyes tu gloria,
y te llamarán con un nombre nuevo,
que la boca del Señor determinará.
3 Serás también corona de hermosura en la mano del Señor,
y diadema[a] real en la palma de tu Dios.
4 Nunca más se dirá de ti: Abandonada[b],
ni de tu tierra se dirá jamás: Desolada[c];
sino que se te llamará: Mi deleite está en ella[d],
y a tu tierra: Desposada[e];
porque en ti se deleita el Señor,
y tu tierra será desposada.
5 Porque como el joven se desposa con la doncella,
se desposarán contigo tus hijos;
y como se regocija el[f] esposo por la esposa,
tu Dios se regocijará por ti.
6 Sobre tus murallas, oh Jerusalén, he puesto centinelas;
en todo el día y en toda la noche jamás callarán.
Los que hacéis que el Señor recuerde, no os deis descanso,
7 ni le concedáis descanso hasta que la restablezca,
hasta que haga de Jerusalén una alabanza en la tierra.
8 El Señor ha jurado por su diestra y por su fuerte brazo:
Nunca más daré tu grano por alimento a tus enemigos,
ni hijos de extranjeros beberán tu mosto por el que trabajaste;
9 pero los que lo cosechen, lo comerán y alabarán al Señor;
y los que lo recolecten, lo beberán en los atrios de mi santuario.
en todo el día y en toda la noche jamás callarán.
Los que hacéis que el Señor recuerde, no os deis descanso,
7 ni le concedáis descanso hasta que la restablezca,
hasta que haga de Jerusalén una alabanza en la tierra.
8 El Señor ha jurado por su diestra y por su fuerte brazo:
Nunca más daré tu grano por alimento a tus enemigos,
ni hijos de extranjeros beberán tu mosto por el que trabajaste;
9 pero los que lo cosechen, lo comerán y alabarán al Señor;
y los que lo recolecten, lo beberán en los atrios de mi santuario.
10 Pasad, pasad por las puertas;
abrid camino al[g] pueblo.
Construid, construid la calzada;
quitad las piedras, alzad estandarte sobre los pueblos.
11 He aquí, el Señor ha proclamado hasta los confines de la tierra:
Decid a la hija de Sion: “He aquí, tu salvación viene;
he aquí, su galardón está con El, y delante de El su recompensa.”
12 Y los llamarán: Pueblo Santo,
redimidos del Señor.
Y a ti te llamarán: Buscada, ciudad no abandonada.
abrid camino al[g] pueblo.
Construid, construid la calzada;
quitad las piedras, alzad estandarte sobre los pueblos.
11 He aquí, el Señor ha proclamado hasta los confines de la tierra:
Decid a la hija de Sion: “He aquí, tu salvación viene;
he aquí, su galardón está con El, y delante de El su recompensa.”
12 Y los llamarán: Pueblo Santo,
redimidos del Señor.
Y a ti te llamarán: Buscada, ciudad no abandonada.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
MIRAD LAS AVES DEL CIELO…” (Mateo
6:26)
Publicado por: Devocionales en Devocional Diario 0
Publicado por: Devocionales en Devocional Diario 0
Ante una multitud llena de
angustia y ansiedad, Jesús les dijo: “No os angustiéis por vuestra vida… Mirad
las aves del cielo…” (Mateo 6:25-26). Te preguntas: ‘¿Qué voy a aprender
mirando a una bandada de pájaros?´ En Pensilvania a principios del invierno los
cielos se oscurecen, literalmente, por las grandes multitudes de gansos
canadiense que efectúan su vuelo migratorio anual hacia el cálido sur. Durante
los próximos días vamos a considerar el comportamiento de estas aves y aprender
de ellas.
Los gansos vuelan juntos, no
separados; no van a su aire, porque un ganso solo no podrá cubrir la distancia.
Estas aves vuelan en una formación característica en forma de V. Cuando una
bate las alas, el movimiento hace que el aire despedido dé un impulso a la que
va detrás. Volando de esa manera, su capacidad de vuelo se incrementa en un 71
por ciento. Y hasta los gansos más jóvenes, los más viejos o los más débiles
consiguen llegar a su destino.
Juntos pueden lograr lo que nunca
harían por separado.
La enseñanza para nosotros es que
cuando la Biblia dice: “No dejando de congregarnos, como algunos tienen por
costumbre, sino exhortándoos…” (Hebreos 10:25), eso significa que debemos tener
comunión los unos con los otros, porque eso nos da el impulso para seguir
adelante. No hemos sido llamados a volar en solitario. “Ni el ojo puede decir a
la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de
vosotros” (1 Corintios 12:21). De vez en cuando uno de los gansos se sale de la
formación, pero pronto se queda sin fuerzas, pierde altitud y acaba uniéndose
al grupo. “Mirad las aves del cielo”, y aprended de ellas.
Toda formación tiene que tener un
“líder de la bandada”, que va adelante en la punta de la V y marca el ritmo a
los demás. Es una posición muy dura porque éste recibe los vientos de cara, se
enfrenta a los cambios climáticos el primero y es el primero en sentir la
lluvia en la cabeza, la nieve en los ojos y el hielo en las alas. Éste hace que
la formación se mantenga firme en cualquier situación. Es una tarea difícil,
agotadora, solitaria a veces, puesto que no hay nadie delante de él que le
ayude a volar. El éxito de la formación y la llegada a su destino dependen de
su perseverancia en mantenerse en su puesto.
Toda iglesia tiene un “líder de
la bandada”. Y cada departamento tiene el suyo: los jóvenes, las finanzas, el
evangelismo, el ministerio pastoral, etc. Éstos dirigen y marcan el ritmo y la
dirección a sus seguidores. Por lo general, en las iglesias se encuentran dos
tipos de personas: los “desempleados” y los “pluriempleados”. Los líderes de la
bandada son los últimos, y tienden a quemarse con frecuencia.
Pero antes de que el líder de los
gansos sucumba agotado, se abre un espacio atrás en la formación y éste se pasa
a ese lugar más cómodo, mientras otro se pone a la cabeza, colocándose sin
ninguna dificultad como nuevo líder de la bandada. Este apoyo mutuo es la clave
de la formación. Eso quería decir el apóstol Pablo cuando escribió: “…Todo el
cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan
mutuamente, según la actividad propia de cada miembro…” (Efesios 4:16). No te
conformes con ser un consumidor, ¡sé un productor! Una iglesia excelente no es
la que tiene muchos empleados pagados, es la que cuenta con voluntarios
dispuestos a ayudar ahí donde se necesite.
En el mundo de los gansos, las
aves de más edad, las jóvenes y las débiles van siempre protegidas en la cola
de la formación. Pero no van aisladas ni se las considera inútiles; de hecho,
éstas desempeñan un papel fundamental: son las que con sus graznidos animan a
los líderes. Inevitablemente, el mal tiempo a veces amenaza su misión. El volar
se dificulta y aún los más duros se resienten. Pero entonces, de la retaguardia
sale un graznido fuerte que da pie a un coro de gansos que juntos animan al
líder de la bandada. Pablo entendió esto: “Por lo cual, animaos unos a otros y
edificaos unos a otros…” (1 Tesalonicenses 5:11). Sabía que necesitábamos una
sección de “animadores” que nos apoyen y nos alienten con palabras y con
oración. Necesitamos a personas que digan: ‘Estoy a tu lado, tus espaldas están
cubiertas conmigo.’ “Pero vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien” (2
Tesalonicenses 3:13).
Muchos siervos de Cristo han
conseguido atravesar los valles más oscuros gracias a la oración y el grito de
ánimo de algún hermano curtido, con cicatrices de guerra, sin demasiadas
fuerzas, pero lo bastante tenaz para no dejar que otro hermano abandonara
mientras él pudiera evitarlo. En el vuelo de los gansos, de vez en cuando
ocurre que uno de ellos lanza un graznido de queja estridente y desafinado.
Seguidamente, las otras aves comienzan a graznar, ahogando el sonido de queja y
restaurando el orden y la unidad. El problema de las iglesias no es que hay
mucha gente que habla cosas negativas, sino que muy pocos proclaman lo
positivo. Cuando alguien grite “derrota”, tú grita de vuelta “victoria”. Cuando
proclamen “temor”, devuélveles “fe”. Unas pocas palabras de ánimo son capaces
de apagar verdaderas tormentas de queja. Por ello, únete a la sección de los
animadores y sé conocido como Bernabé, cuyo nombre significa “el que consuela
[anima] a otros” (Hechos 4:36, Biblia en Lenguaje Sencillo).
En el mundo de los gansos, las
relaciones son “hasta que la muerte los separe”. Se toman muy en serio este
principio y están totalmente comprometidos unos con otros. Cuando uno de ellos,
debido a la edad u otras circunstancias, no puede seguir el ritmo y empieza a
perder altitud, o no puede seguir la formación, la bandada lo protege, nutre y
apoya. Dos gansos fuertes dejan la formación, vuelan con el “paciente” en medio
de ellos y buscan un lugar seguro con comida y agua para que el ganso
necesitado pueda recuperarse. Luego se quedan allí vigilándolo y cuidando de él
hasta que o bien se recupera o bien muere. Cuando una de esas dos cosas sucede,
entonces se unen a otra formación. Para estos dos gansos, su propia vida queda
“en punto muerto” con el fin de cuidar a un compañero. ¡Qué ejemplo de
compasión cristiana y de amor desinteresado y sacrificado!
“Dios ordenó el cuerpo… para que…
todos los miembros se preocupen los unos por los otros… Si un miembro padece,
todos los miembros se duelen con él…” (1 Corintios 12:24). En la cultura
actual, se margina a los necesitados, incluidos aquéllos que ya no funcionan
como lo hicieran una vez. Pero Dios pide que “todos los miembros se preocupen
los unos por los otros”, sobre todo por los que sufren. Si una bandada de pájaros
puede hacerlo, ¿cómo no va a poder hacerlo la familia de Dios? “Mirad las aves
del cielo” dijo Jesús. Si pueden hacer eso para ayudarse “…¿no valéis vosotros
mucho más que ellas?” (Mateo 6:26). Uno de los dos grandes mandamientos (no son
sugerencias, sino mandatos) que Cristo nos dio fue: “Ama a tu prójimo como a ti
mismo. No hay otro mandamiento más importante…” (Marcos 12:31). Cuando se oiga
que nos amamos de esa manera, ¡tirarán las puertas de nuestras iglesias para
poder entrar en ellas!
Los gansos que se han extraviado
o alejado son siempre bienvenidos de vuelta a la formación, porque ésta no es
un club exclusivo de élite. Las aves separadas de otras formaciones, que se han
quedado aisladas por el mal tiempo, accidente o enfermedad, son acogidas plenamente
en la familia. La formación altera sus planes, modifica la fecha de llegada y
se somete a inconvenientes para acomodar a cualquier extraño que busca
aceptación. Muchos gansos llegan sucios, desplumados y desnutridos. Pero nunca
se les rechaza. Del mismo modo, la iglesia de Dios no es un museo de obras de
arte, sino un hospital para los heridos de la vida, aun si esas heridas se las
han ocasionado ellos mismos. Jesús dijo: “Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados…” (Mateo 11:28). “Tengo, además, otras ovejas que no son
de este redil; a ésas también debo atraer …, y habrá un rebaño y un pastor.”
(Juan 10:16).
La misión principal de Cristo es reclutar, salvar y adoptar al
extraño en su redil. Tal vez digas: ‘Pero no son mi clase de gente; no son, ni
hablan, ni huelen como yo’ ¿Y eso qué importa? No nos corresponde a nosotros
escoger a nuestros hermanos espirituales; Dios lo hace. Si se rozan con
nosotros y los sentimos como si fueran papel de lijar, nos están ayudando a
limar nuestras asperezas y a pulirnos. ¿Sabes con qué materiales construye Dios
su iglesia? Prepárate para sorprenderte: “…Los injustos… los fornicarios… los
idólatras… los adúlteros… los homosexuales… los ladrones… los avaros… los
borrachos… los maldicientes… los estafadores… Y esto erais algunos de vosotros,
pero ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido
justificados en el nombre del Señor Jesús y por el Espíritu de nuestro Dios” (1
Corintios 6:9-11). Se nos volvió a aceptar en la formación, fuimos lavados,
santificados, justificados e integrados en la familia, con plenos derechos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario