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Salmos 99:3 La
Biblia de las Américas (LBLA)
Alabad al Señor por
su fidelidad para con Israel
99 El Señor reina[a], estremézcanse
los pueblos;
sentado está sobre los querubines, tiemble la tierra.
2 El Señor es grande en Sion,
y exaltado sobre todos los pueblos.
3 Alaben tu nombre grande y temible;
El es santo.
4 El poder del Rey ama la justicia[b];
tú has establecido la equidad[c];
has hecho juicio y justicia en Jacob.
5 Exaltad al Señor nuestro Dios,
y postraos ante el estrado de sus pies;
El es santo.
sentado está sobre los querubines, tiemble la tierra.
2 El Señor es grande en Sion,
y exaltado sobre todos los pueblos.
3 Alaben tu nombre grande y temible;
El es santo.
4 El poder del Rey ama la justicia[b];
tú has establecido la equidad[c];
has hecho juicio y justicia en Jacob.
5 Exaltad al Señor nuestro Dios,
y postraos ante el estrado de sus pies;
El es santo.
6 Moisés y Aarón estaban entre sus sacerdotes,
y Samuel entre los que invocaron su nombre;
ellos clamaron al Señor, y El les respondió.
7 Les habló en la columna de nube;
guardaron sus testimonios,
y el estatuto que El les dio.
8 Oh Señor, Dios nuestro, tú les respondiste;
fuiste para ellos un Dios perdonador,
mas también vengador de sus malas obras.
9 Exaltad al Señor nuestro Dios,
y postraos ante su santo monte,
porque santo es el Señor nuestro Dios.
y Samuel entre los que invocaron su nombre;
ellos clamaron al Señor, y El les respondió.
7 Les habló en la columna de nube;
guardaron sus testimonios,
y el estatuto que El les dio.
8 Oh Señor, Dios nuestro, tú les respondiste;
fuiste para ellos un Dios perdonador,
mas también vengador de sus malas obras.
9 Exaltad al Señor nuestro Dios,
y postraos ante su santo monte,
porque santo es el Señor nuestro Dios.
UN ENCUENTRO CON A PALABRA
REFLEXION
Dios Siempre Va Un
Paso por Delante de Nosotros
Publicado por: Devocionales en Devocional Diario 0
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“ANTES QUE CLAMEN, YO RESPONDERÉ; MIENTRAS AÚN ESTÉN HABLANDO, YO HABRÉ OÍDO” (Isaías 65:24)
Cuando el marido de
Wilda Lahmann se despertó una madrugada respirando con gran dificultad y
apretándose el pecho, no había tiempo para esperar una ambulancia. Ella lo
subió al coche y él se desplomó contra la puerta. Wilda escribió: “25
kilómetros hasta el hospital … no llegamos. ‘Por favor, socórrenos, ¡Señor!’ A
poco más de un kilómetro vi algo. ¿Me engañaban mis ojos? Era una ambulancia
con un enfermero al lado. ¿Nos estaban esperando? ¿Quién lo habría sabido y
llamado? Frené de golpe y corrí pidiendo ayuda a gritos. En seguida se pusieron
a tratar a Randy y lo llevaron a prisa al hospital. Los siguientes tres días se
debatió entre la vida y la muerte.
No me separé de su
lado y oraba para que se despertara. Cuando lo hizo, preguntó: ‘¿Qué ha
pasado?’. ‘Tuviste un infarto gravísimo. Uno o dos minutos más y ¡quién sabe!’.
‘¿Llamaste a la ambulancia?’, preguntó Randy. ‘No’, respondí, ‘habían acudido a
un aviso de accidente en el mismo cruce. Incluso llamaron a la central para
confirmar que estaban en el lugar correcto y justo llegamos unos segundos
después’. 25 kilómetros de carretera vacía en plena noche; el infarto de Randy
habría sido funesto de no haber estado allí la ambulancia. Pero allí estaba, en
el lugar preciso”.
En muchas emergencias
no hay tiempo de llamar al pastor o al compañero de oración y entonces es
cuando debes saber que Dios dijo: “Antes que clamen, Yo responderé; mientras
aún estén hablando, Yo habré oído” (Isaías 65:24). Él está activo día y noche y
es “el que rescata del hoyo tu vida” (Salmos 103:4) mucho antes de que tú sepas
que estás en apuros.
Dios siempre va un
paso por delante aunque no lo Sepas
“…SU FIDELIDAD TE PROTEGERÁ COMO UN ESCUDO” (Salmos 91:4 DHH)
“…SU FIDELIDAD TE PROTEGERÁ COMO UN ESCUDO” (Salmos 91:4 DHH)
En una feria, un
vendedor ambulante le dio a Mavis Gustafson Pigford una Biblia de los Gedeones.
Mavis la guardó en el bolso y se olvidó de ella. Más tarde, mientras caminaba,
se acercó un coche, el conductor la apuntó con una pistola y le ordenó subirse.
Ella relata: “Hice como dijo. El hombre se acercó e intentó forzarme ahí contra
el asiento. Forcejeé … y al final me ordenó salir del coche. Antes de que mis
pies tocaran suelo, oí un disparo y sentí un dolor agudo en mi costado. Sufrí
un colapso y el hombre se aproximó … cogió mi monedero … me tiró el bolso a la
cabeza y disparó en la misma dirección. Sentí un impacto espantoso.
Aun consciente … oí
cómo se alejaba el coche y dando traspiés me dirigí a un caserío cercano. La
mujer pidió ayuda … y mientras me llevaban corriendo al hospital, la policía
capturó al conductor drogado que me había atacado. Antes de la operación para
extraerme la bala del costado, vino a verme mi hermana. ‘¿Sabes qué te salvó la
vida?’, preguntó. Sacó la Biblia de mi bolso y me la dio. Allí se había
incrustado una bala cuya cabeza apuntaba precisamente al Salmo 37:14-15: “Los
malvados sacan la espada … para matar a los que viven con rectitud. Pero su
propia espada les atravesará el corazón, y su arco quedará hecho pedazos
(Salmos 37:14-15 CST)”.
Otro ejemplo más de
que Dios siempre va un paso por delante: “Sólo Él puede librarte de trampas …
te cubrirá con Sus alas, y bajo ellas estarás seguro. ¡Su fidelidad te
protegerá como un escudo! … mandará que Sus ángeles te cuiden por dondequiera
que vayas” (Salmos 91:3-4, 11 DHH). El Señor dice: “Yo lo pondré a salvo …
porque él Me ama y Me conoce” (Salmos 91:14).
Dios siempre va un
paso por delante para nuestro cuidado
“NINGÚN MAL HABRÁ DE SOBREVENIRTE…” (Salmos 91:10 CST)
Para Keith Pulles, de nueve años, preparar la piscina de casa para el invierno marcaba el fin del verano. Escribió: “Observaba con tristeza desde la ventana cómo abría mi padre un bote y empezaba a echar productos químicos en la piscina. Luego cogía otro y seguía echando más. ‘¡Pero cuántas cosas echa en la piscina!’, pensaba yo. Justo entonces sonó el teléfono y corrí a ver el número registrado; en la pantalla se leía: “Nombre desconocido, número desconocido”.
“NINGÚN MAL HABRÁ DE SOBREVENIRTE…” (Salmos 91:10 CST)
Para Keith Pulles, de nueve años, preparar la piscina de casa para el invierno marcaba el fin del verano. Escribió: “Observaba con tristeza desde la ventana cómo abría mi padre un bote y empezaba a echar productos químicos en la piscina. Luego cogía otro y seguía echando más. ‘¡Pero cuántas cosas echa en la piscina!’, pensaba yo. Justo entonces sonó el teléfono y corrí a ver el número registrado; en la pantalla se leía: “Nombre desconocido, número desconocido”.
Mis padres me habían
advertido de no hablar con desconocidos, pero ese día una voz en mi interior me
incitaba a cogerlo. El ansia era tal que levanté el aparato y respondí.
‘¿Podría hablar con Steve Pulles, por favor?’ Salí con el teléfono en la mano y
grité: ‘¡Papá! ¡Teléfono!’. Mi padre vino desde el jardín bordeando el garaje y
cogió el inalámbrico que yo sostenía. ‘¿Sí, diga? ¿Sí? ¿Quién llama?’, voceó.
Unos segundos después, se alejó el teléfono del oído y colgó. ‘Nadie’, dijo. De
repente se produjo una enorme explosión en el jardín. ‘¡La piscina!’, exclamó
mi padre. Resultó ser que había mezclado dos químicos incompatibles. La mezcla
explotó en el agua desprendiendo gases tóxicos … si mi padre hubiera estado ahí
en ese momento, podría haber muerto. ¿Número desconocido? Lo dudo. Aquel día,
quien fuera que llamó tenía indiscutiblemente nuestro número”.
El salmista afirmó:
“Ningún mal habrá de sobrevenirte, ninguna calamidad llegará a tu hogar”
(Salmos 91:10 CST). Hoy, Dios te está protegiendo a ti y a tus seres queridos
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
¡Cuidado!
En una de las
publicaciones de la revista Selecciones de Reader’s Digest, Clarence W. Hall,
cuenta una historia que le fue relatada por un amigo suyo:
“Vino a vivir en nuestro pueblo una mujer viuda, de
gran belleza, madre de tres hijos; a las pocas semanas era la comidilla de todo
el vecindario. Decían que era demasiado hermosa, que la visitaban hombres, que
tenía muy poco de ama de casa, que sus hijos vagabundeaban por las calles y
comían en casa de los vecinos, que pecaba de perezosa y se pasaba la mayor
parte del tiempo tendida en un sofá entregada a la lectura.
Una mañana nuestra
linda vecina se desmayó en la oficina de correos y no tardó en saberse la
verdad. Padecía una incurable enfermedad que le impedía hacer las labores de la
casa. Enviaba a los chiquillos a la calle cuando los medicamentos no bastaban
para aliviar su dolor. “Quería – explicó- que me viesen siempre feliz y
alegre”. Los hombres que la visitaban eran el antiguo médico de la familia, el
abogado que cuidaba de sus bienes y el hermano de su marido.
Los vecinos del
pueblo se portaron muy bien con ella durante los restantes meses de su vida,
pero los murmuradores nunca se perdonaron su ligereza”.
A todos nos ha pasado
que en alguna oportunidad nos apresuramos a juzgar a alguien, por su apariencia,
actitud, por lo poco que vemos o creemos conocer de esa persona, buscamos
conocer su vida o detalles de ella que llenen nuestra curiosidad.
Cuántas vidas y
familias han sido destruidas por los chismes, por gente que sin saber la
situación real de la persona, tomaron lo poco que conocían de ella, agregaron
suposiciones y esparcieron esa información falsa, lastimando a más de uno; y
cuando quisieron remendar los daños ya era prácticamente imposible porque ese
chisme había pasado de uno a otro desconociendo su alcance.
No asumamos el papel de jueces con los demás, si realmente te interesa la vida de esa persona, busca conocerla, pregúntale qué necesita o cómo podrías ayudar, pero no saques conclusiones basado en suposiciones.
No asumamos el papel de jueces con los demás, si realmente te interesa la vida de esa persona, busca conocerla, pregúntale qué necesita o cómo podrías ayudar, pero no saques conclusiones basado en suposiciones.
Romanos 14:13 dice:
“Así que dejemos de juzgarnos unos a otros. Por el contrario, propónganse vivir
de tal manera que no causen tropiezo ni caída a otro creyente”. (NTV)
Cuida mucho lo que
dices de los demás, recuerda que podrías causar un daño irreparable. Por algo
es que Jesús hace la siguiente advertencia: “Les digo lo siguiente: el día del
juicio, tendrán que dar cuenta de toda palabra inútil que hayan dicho. Las
palabras que digas te absolverán o te condenarán”. Mateo 12:36,37 (NTV)
Busquemos que nuestras
palabras sean portadoras de ánimo y que edifiquen a los demás, marquemos la
diferencia.
Ana María Frege Issa
CVCLAVOZ
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