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Salmos 42:5 La
Biblia de las Américas (LBLA)
LIBRO SEGUNDO
Sed de Dios en la angustia y en el destierro
Para el director del
coro. Masquil[a] de los hijos de Coré.
42 Como el ciervo[b] anhela[c] las corrientes de agua,
así suspira[d] por ti, oh Dios, el alma mía.
2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente;
¿cuándo vendré y me presentaré delante[e] de Dios?
3 Mis lágrimas han sido mi alimento de día y de noche,
mientras me dicen todo el día: ¿Dónde está tu Dios?
4 Me acuerdo de estas cosas y derramo mi alma dentro de mí;
de cómo iba yo con la multitud y la guiaba hasta la casa de Dios,
con voz de alegría y de acción de gracias, con la muchedumbre en fiesta.
así suspira[d] por ti, oh Dios, el alma mía.
2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente;
¿cuándo vendré y me presentaré delante[e] de Dios?
3 Mis lágrimas han sido mi alimento de día y de noche,
mientras me dicen todo el día: ¿Dónde está tu Dios?
4 Me acuerdo de estas cosas y derramo mi alma dentro de mí;
de cómo iba yo con la multitud y la guiaba hasta la casa de Dios,
con voz de alegría y de acción de gracias, con la muchedumbre en fiesta.
5 ¿Por qué te abates[f], alma mía,
y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en[g] Dios, pues he de alabarle otra vez[h]
por la salvación[i] de su presencia[j].
6 Dios mío, mi alma está en mí deprimida[k];
por eso me acuerdo de ti desde la tierra del Jordán,
y desde las cumbres del Hermón[l], desde el monte Mizar.
7 Un abismo llama a otro abismo a la voz de tus cascadas;
todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
8 De día mandará el Señor su misericordia,
y de noche su cántico estará conmigo;
elevaré una oración al Dios de mi vida.
y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en[g] Dios, pues he de alabarle otra vez[h]
por la salvación[i] de su presencia[j].
6 Dios mío, mi alma está en mí deprimida[k];
por eso me acuerdo de ti desde la tierra del Jordán,
y desde las cumbres del Hermón[l], desde el monte Mizar.
7 Un abismo llama a otro abismo a la voz de tus cascadas;
todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
8 De día mandará el Señor su misericordia,
y de noche su cántico estará conmigo;
elevaré una oración al Dios de mi vida.
9 A Dios, mi roca[m], diré: ¿Por qué
me has olvidado?
¿Por qué ando sombrío por la opresión del enemigo[n]?
10 Como quien quebranta mis huesos, mis adversarios me afrentan,
mientras me dicen todo el día: ¿Dónde está tu Dios?
11 ¿Por qué te abates[o], alma mía,
y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en[p] Dios, pues he de alabarle otra vez[q].
¡El es la salvación[r] de mi ser[s], y mi Dios!
¿Por qué ando sombrío por la opresión del enemigo[n]?
10 Como quien quebranta mis huesos, mis adversarios me afrentan,
mientras me dicen todo el día: ¿Dónde está tu Dios?
11 ¿Por qué te abates[o], alma mía,
y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en[p] Dios, pues he de alabarle otra vez[q].
¡El es la salvación[r] de mi ser[s], y mi Dios!
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Año Nuevo: Tema 3:
Estudiar Diligentemente
Publicado por: Devocionales en Devocional Diario 0
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Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado … que usa bien la palabra de verdad. 2 Timoteo 2:15
Muchos de nosotros
luchamos con la fe. Queremos ser más fieles, queremos expresar una verdadera fe
en Dios, y queremos esforzarnos por vivir no por lo que vemos sino por lo que
creemos. Sin embargo, si no separamos un tiempo para leer y estudiar las Escrituras
diligentemente, nuestra fe será una fe anémica.
Pablo escribió en
Romanos 10:17: “Así que la fe viene por el oír y el oír por la palabra de
Dios”. Nuestra capacidad de levantar nuestra fe viene de nuestro oír, conocer y
vivir la palabra de Dios. Negar la disciplina de estudiar la palabra hace que
nuestra fe sea abalada en tiempos de angustia.
La lectura diaria de
la palabra de Dios, incluso en pequeños momentos, puede edificar mucho nuestra
fe. El Espíritu Santo puede hablar a nuestros corazones con la verdad de las
Escrituras. Cuando sentimos que la duda, el temor, el arrepentimiento o la
amargura intentan infiltrarse en nuestros corazones, es la palabra de Dios la
que nos mantiene en el camino correcto.
Nuestra llenura de
Dios va más allá del conocimiento de las Escrituras. Estamos llamados a ser
hacedores de la palabra y no sólo oidores (Santiago 1: 22-25). A medida que
vivimos la palabra de Dios, nuestra fe se hace más fuerte y nos encontraremos
caminando firme en nuestro llamado. ¿Cómo podemos estudiar la palabra de Dios
con más diligencia?
1) Separando un
tiempo cada día para leer y meditar en las Escrituras (Josué 1: 8).
2) Escuchando
predicadores con la sana doctrina que nos enseñan la Palabra de Dios (Romanos
10: 14-15).
3) Tomando notas de
lo que hemos leído en nuestra Biblia cuando escuchamos o leemos (Jeremías
30:20).
4) Profundizando en
nuestros estudios de las Escrituras buscando los significados originales de las
palabras (2 Timoteo 2:15).
5) Leyendo libros,
blogs o portales como este con sana doctrina que nos ayuden a aplicar la
palabra de Dios (Tito 1:9).
Oración:
Amado Señor, quiero conocer mejor Tu Palabra. Dame una fuerza de hábito consistente en mi lectura diaria, para estudiar y vivir tu palabra como tu deseas. En el nombre de Jesús, amen.
Amado Señor, quiero conocer mejor Tu Palabra. Dame una fuerza de hábito consistente en mi lectura diaria, para estudiar y vivir tu palabra como tu deseas. En el nombre de Jesús, amen.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Agua en el desierto.
Cuentan que un hombre
estaba perdido en el desierto, a punto de morir de sed, cuando llegó a una casa
vieja, una cabaña que se desmoronaba, sin ventanas, casi sin techo, muy
golpeada por el tiempo.
El hombre deambuló
por allí y encontró una pequeña sombra donde se acomodó, huyendo del calor del
sol desértico. Mirando alrededor, vio una bomba a algunos metros de distancia,
muy vieja y oxidada. Se arrastró hasta allí, agarró la manija y empezó a
bombear sin parar pero no ocurrió nada.
Desanimado, cayó
postrado hacia atrás y notó que al lado de la bomba había una botella. La miró,
la limpió y leyó el siguiente mensaje: "Primero necesitas preparar la
bomba con toda el agua de esta botella, mi amigo" PD.: "Haz el favor
de llenar la botella otra vez antes de partir."
El hombre arrancó la
rosca de la botella y, para su sorpresa, efectivamente tenía agua. ¡La botella
estaba casi llena de agua! Pero de repente, el hombre se vio en un dilema: Si
bebía el agua podría sobrevivir, pero si volcase el agua en la vieja bomba
oxidada, quizá obtuviera agua fresca, bien fría, allí en el fondo del pozo,
toda el agua que quisiera y podría llenar la botella para la próxima persona...
pero quizá eso no iba a salir bien. ¿Qué debería hacer? ¿Volcar el agua en la
vieja bomba y esperar el agua fresca y fría o beber el agua vieja y salvar su
vida? ¿Debería perder toda el agua que tenía en la esperanza de aquellas
instrucciones poco confiables, escritas quién sabe cuándo?
Finalmente, con
temor, el hombre volcó toda el agua en la bomba. Enseguida, agarró la manija y
empezó a bombear... y la bomba empezó a chillar. ¡Y nada ocurrió! Y la bomba
chilló y chilló. Entonces surgió un hilito de agua; después un pequeño flujo,
¡y finalmente el agua salió con abundancia!
La bomba vieja y
oxidada hizo salir mucha, pero mucha agua fresca y cristalina. El hombre llenó
la botella y bebió de ella hasta hartarse. La llenó otra vez para el próximo
que pasara por allí, la enroscó y agregó una pequeña nota al billete preso en
ella: "¡Créeme, funciona! ¡Necesitas dar toda el agua antes de poder
obtenerla otra vez!"
Una de las
características comunes en casi todos los seres humanos es que solemos
aferrarnos a algunas cosas. No queremos soltarlas porque pensamos que es lo
único que tenemos y ponemos toda nuestra confianza y esperanza en eso.
Pero Dios nos pide que confiemos en Él, que le entreguemos lo que tenemos, posesiones, familia y hasta nuestra vida para poder darnos mejores cosas.
Pero Dios nos pide que confiemos en Él, que le entreguemos lo que tenemos, posesiones, familia y hasta nuestra vida para poder darnos mejores cosas.
Al entregarle lo
mejor que tenemos dejamos libres nuestras manos para que Dios nos de cosas
mucho más buenas. No es un ejercicio fácil pero solamente confiando en Él
alcanzaremos nuestros sueños,
No lo dudes, por más
que estés atravesando un desierto y no tengas más que una botella de agua,
entrégala, Dios no te fallará, no va a permitir que mueras de sed en el
desierto, por el contrario te dará agua fresca en abundancia. Él quiere
bendecirte pero debes confiar en su amor y sabiduría.
“Antes bien, como
está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de
hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9)
No tienes que beber
el agua que ha estado embotellada por un tiempo desconocido cuando puedes beber
agua fresca y cristalina sin límites.
Ana María Frege Issa
CVCLAVOZ
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