Juan 17:23 La Biblia de
las Américas (LBLA)
Oración intercesora de Jesús
17 Estas cosas habló
Jesús, y alzando los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha
llegado; glorifica a tu Hijo, para que el Hijo te glorifique a ti, 2 por cuanto le diste
autoridad sobre todo ser humano[a] para que
dé vida eterna a todos los que tú le has dado[b]. 3 Y esta es la vida
eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien
has enviado. 4 Yo
te glorifiqué en la tierra, habiendo terminado la obra que me diste que
hiciera. 5 Y
ahora, glorifícame tú, Padre, junto a ti, con la gloria que tenía contigo antes
que el mundo existiera. 6 He
manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; eran tuyos y
me los diste, y han guardado tu palabra. 7 Ahora han conocido
que todo lo que me has dado viene de ti; 8 porque yo les he dado
las palabras que me diste; y las recibieron,
y entendieron que en verdad salí de ti, y creyeron que tú me enviaste. 9 Yo ruego por ellos;
no ruego por el mundo, sino por los que me has dado; porque son tuyos; 10 y todo lo mío es
tuyo, y lo tuyo, mío; y he sido glorificado en ellos. 11 Ya no estoy en el
mundo, pero ellos sí
están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, guárdalos en tu nombre, el nombre que[c] me has dado,
para que sean uno, así como nosotros. 12 Cuando estaba con
ellos, los guardaba en tu nombre, el nombre que[d] me diste;
y los guardé y ninguno se perdió, excepto el hijo de perdición, para que la
Escritura se cumpliera. 13 Pero
ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo para que tengan mi gozo completo en sí
mismos. 14 Yo
les he dado tu palabra y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como
tampoco yo soy del mundo. 15 No te ruego que los
saques del mundo, sino que los guardes del[e] maligno[f]. 16 Ellos no son del
mundo, como tampoco yo soy del mundo. 17 Santifícalos en la
verdad; tu palabra es verdad. 18 Como tú me enviaste al
mundo, yo también los he enviado al mundo. 19 Y por ellos yo me
santifico, para que ellos también sean santificados en la verdad. 20 Mas no ruego sólo por
éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean
uno. Como tú, oh Padre, estás en
mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea[g] que tú me
enviaste. 22 La
gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como nosotros
somos uno: 23 yo
en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en unidad[h], para que el
mundo sepa[i] que tú me
enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mí. 24 Padre, quiero que los
que me has dado, estén también conmigo donde yo estoy[j], para que vean
mi gloria, la gloria que
me has dado; porque me has amado desde antes de la fundación del mundo. 25 Oh Padre justo, aunque[k] el mundo
no te ha conocido, yo te he conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. 26 Yo les he dado a
conocer tu nombre, y lo daré a conocer, para que el amor con que me amaste esté
en ellos y yo en ellos.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
MISERICORDIA QUE
LIBERA
“Por el contrario,
sean amables unos con otros, sean de buen corazón, y perdónense unos a otros,
tal como Dios los ha perdonado a ustedes por medio de Cristo” Efesios 4:32
(NTV).
Es muy difícil comprender cuando Dios nos dice que
debemos perdonar a los que nos ofenden. Es fácil decirlo “te perdono” pero no
el hacerlo de corazón, ya que en nuestra mente están aún las heridas que
permanecen abiertas por el daño que nos han causado. Pero ¿Cómo perdonar a
aquellos que te engañaron, robaron o abusaron de ti? Estas preguntas surgen en
la mente de aquellos que aún viven atrapados en el dolor y les es difícil
perdonar. ¿Habrá cura para este mal?
Déjame decirte que
sí, humanamente es imposible perdonar, pero si es posible con la ayuda de
Jesús. Su amor es tan grande que nos enseña a extender misericordia como Él lo
hizo en nuestra vida. Recuerda que Jesús te perdonó, te dio una nueva
oportunidad y ahora te llama hijo de Dios. Al experimentar Su amor y perdón
puedes ofrecer misericordia aún aquellos que no lo merecen.
Neyda Cruz
CVCLAVOZ
CVCLAVOZ
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ
Que tu búsqueda de Dios no sea superficial.
En los capítulos 39
al 42 del libro de Jeremías está el relato de la caída de Jerusalén ante los
babilonios. Habían quedado sólo los pobres para cuidar los cultivos y viñedos,
estas personas estaban a cargo de Gedalías, quien provenía de una antigua
familia de la nobleza.
Muchas personas que
habían escapado, volvieron a la ciudad y se reunieron bajo su mando, entre
ellos algunos príncipes; uno de ellos Ismael, hijo de Netanías, mató a Gedalías
a traición, al pueblo que estaba con él e incluso a unos hombres que llevaban
ofrendas e incienso al templo.
Johanán hijo de
Carea, con los príncipes que estaban con él, al enterarse fueron tras Ismael y
recuperaron la gente que este último había tomado. En un intento de saber la
voluntad de Dios sobre su situación, Johanán y la gente que lo acompañaba
acuden a Jeremías para que consulte al Señor sobre lo que deberían hacer; la
instrucción que recibieron fue quedarse en la tierra y no ir a Egipto como
planeaban (capítulos 43 y 44).
Aún a pesar de la
instrucción clara que recibieron, estas personas fueron a Egipto, donde
incurrieron en idolatría; parece sorprendente que aún a pesar de ver el
reciente castigo dado a su nación a causa de la idolatría, volvieran a caer en
el mismo error. Digo parece porque nosotros nos comportamos de la misma manera
que este grupo de personas, aún a pesar de ser advertidos por el Señor a través
de las Escrituras, deliberadamente hacemos lo contrario.
Como las personas del
relato, hacemos oídos sordos y proseguimos empecinados en hacer nuestra
voluntad, y cuando las consecuencias de nuestros actos nos alcanzan, terminamos
cuestionado a Dios por el mal que nos sobreviene, pero en realidad somos los
únicos responsables.
¿Cuántas veces hemos
desperdiciado las oportunidades que Dios nos brindó debido a la dureza de
nuestros corazones?
Hoy te invito a
reflexionar sobre tu actuar, ¿has dejado de lado las instrucciones de Dios
porque no iban acorde con lo que tú querías?
Es tiempo de volverte
al Señor, busca agradarle con cada área de tu vida, pero hazlo con todo tu
corazón, que tu búsqueda sea sincera.
“Entonces me
invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; 13 y me buscaréis y me
hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón”. Jeremías 29: 12-13
(RVR1960).
Cesia Serna
CVCLAVOZ
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