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Salmos 64:3 La Biblia de
las Américas (LBLA)
Oración pidiendo protección divina
Al director del coro.
Salmo de David.
64 Escucha mi voz, oh Dios, en mi queja[a];
guarda mi vida del terror del enemigo.
2 Escóndeme de los planes secretos[b] de los malhechores,
del asalto[c] de los obradores de iniquidad,
3 que afilan su lengua como espada,
y lanzan palabras amargas como saeta,
4 para herir[d] en oculto al íntegro[e];
lo hieren repentinamente, y no temen.
5 Se aferran[f] en propósitos malignos;
hablan[g] de tender trampas en secreto,
y dicen: ¿Quién las verá?
6 Traman[h] injusticias, diciendo:
Estamos listos[i] con una trama bien concebida;
pues los pensamientos[j] del hombre y su corazón son profundos[k].
guarda mi vida del terror del enemigo.
2 Escóndeme de los planes secretos[b] de los malhechores,
del asalto[c] de los obradores de iniquidad,
3 que afilan su lengua como espada,
y lanzan palabras amargas como saeta,
4 para herir[d] en oculto al íntegro[e];
lo hieren repentinamente, y no temen.
5 Se aferran[f] en propósitos malignos;
hablan[g] de tender trampas en secreto,
y dicen: ¿Quién las verá?
6 Traman[h] injusticias, diciendo:
Estamos listos[i] con una trama bien concebida;
pues los pensamientos[j] del hombre y su corazón son profundos[k].
7 Pero Dios les disparará[l] con saeta;
repentinamente serán heridos[m].
8 Vuelven su lengua tropezadero contra sí mismos[n];
todos los que los vean menearán la cabeza.
9 Entonces todos los hombres temerán[o],
y declararán[p] la obra de Dios,
y considerarán[q] sus hechos[r].
10 El justo se alegrará en el Señor, y en El se refugiará;
y todos los rectos de corazón se gloriarán.
repentinamente serán heridos[m].
8 Vuelven su lengua tropezadero contra sí mismos[n];
todos los que los vean menearán la cabeza.
9 Entonces todos los hombres temerán[o],
y declararán[p] la obra de Dios,
y considerarán[q] sus hechos[r].
10 El justo se alegrará en el Señor, y en El se refugiará;
y todos los rectos de corazón se gloriarán.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
El Devocionales
Cristianos Diarios – En el desierto.
Publicado por: Pastor
Carlos Vargas Valdez en Devocional Cristiano, Devocional Diario 2 Comentarios
Por la mañana siembra tu semilla,y a la tarde no dejes reposar tu mano.Echa tu pan sobre las aguas;
porque después de
muchos días lo hallarás.Eclesiastés 11:6 y 1.
El Devocional Diario
– En el desierto
Corría el año 1932.
Dos creyentes emprendieron un largo viaje de 6.000 Km. por los desiertos de
Egipto, Sudán y Libia. Una caravana de 14 camellos transportaba sus alimentos,
agua y una valiosa carga de evangelios, Nuevos Testamentos y Biblias en idioma árabe.
Acababan de llegar al oasis de Sionah, en el desierto libio, cuando se les
acercó un jeque que fijó la mirada en uno de ellos. Evidentemente lo conocía.
¿Iba a impedir la distribución de las Biblias, prohibiendo a los habitantes del
oasis comprar algo? Entonces el jeque le preguntó: –¿Eres tú el hombre que
vende libros y que estuvo en el oasis de Kharga? ¿Te acuerdas de la tienda del
jeque que te compró varias porciones de la Biblia? Ése era yo. Leí tan a menudo
esos libros que ya me los sé de memoria.
Los dos hablaron
durante tres horas acerca de la Palabra de Dios y de Jesucristo. Dos años más
tarde, el vendedor de Biblias recibió una carta que empezaba con estas
palabras: «Mi hermano en Cristo». Desde entonces muchas cosas han cambiado en
el mundo. El rechazo a la Palabra de Dios ha aumentado. El Evangelio y aquellos
que lo quieren defender son cada vez más despreciados, pero la Palabra de Dios
no perdió nada de su fuerza. Aún hoy puede cambiar los corazones y la vida de
los seres humanos que escuchan su mensaje.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ
Recompensa.
Un día sofocante, un
muchacho estaba subiendo una colina llevando sobre sus hombros una canasta
demasiado pesada para sus fuerzas. Cuando había subido la mitad un caballero
joven lo alcanzó, y notando que el muchacho estaba fatigado le dijo:
- Permíteme ayudarte
– Tomó la canasta y la llevó hasta la cima.
- Gracias, señor –
dijo el muchacho – ya puedo llevarla bien el resto del camino porque es plano.
Pasaron muchos años y
el caballero, ya anciano, estaba sentado en una mecedora mirando pensativamente
el fuego de la chimenea. En ese momento sonó el timbre de la puerta y un
visitante entró al cuarto donde se encontraba y le dijo:
- He sabido que está
usted en circunstancias críticas, dígame con franqueza si es así o no, porque
quiero ayudarlo.
- Es la verdad,
señor; mi condición económica es apurada y en esto estaba pensando ahora, sin
hallar camino de salida.
- ¿Cuánto necesita
para salvar su situación? ¿Puede hacerlo con 20.000 dólares?
El anciano quedó estupefacto y sin poder hablar, no pudo más que menear la cabeza indicando su aceptación de la oferta.
El anciano quedó estupefacto y sin poder hablar, no pudo más que menear la cabeza indicando su aceptación de la oferta.
- Entonces – dijo el
visitante – deje toda su congoja porque puede tener el dinero mañana mismo.
Y añadió:
- Seguramente quisiera saber usted quién es que tan misteriosamente le ha visitado y por qué le ha ofrecido el dinero. Hace veinte años, cuando estaba subiendo una colina con una canasta demasiado pesada para mis fuerzas, usted bondadosamente me ayudó. Usted no sabe cómo ese hecho me ha ayudado en mi vida; fue como una semilla viva de bondad puesta en mi corazón. Dios me ha prosperado en los negocios y con frecuencia cando le he encontrado por la calle he pensado que usted me había olvidado, y también el incidente de la canasta. Pero siempre he agradecido su acto de bondad y deseaba poder hacer algo más que darle las gracias. Habiendo oído recientemente de sus dificultades económicas me regocija tener la oportunidad de mostrarle mi gratitud de un modo efectivo.
- Seguramente quisiera saber usted quién es que tan misteriosamente le ha visitado y por qué le ha ofrecido el dinero. Hace veinte años, cuando estaba subiendo una colina con una canasta demasiado pesada para mis fuerzas, usted bondadosamente me ayudó. Usted no sabe cómo ese hecho me ha ayudado en mi vida; fue como una semilla viva de bondad puesta en mi corazón. Dios me ha prosperado en los negocios y con frecuencia cando le he encontrado por la calle he pensado que usted me había olvidado, y también el incidente de la canasta. Pero siempre he agradecido su acto de bondad y deseaba poder hacer algo más que darle las gracias. Habiendo oído recientemente de sus dificultades económicas me regocija tener la oportunidad de mostrarle mi gratitud de un modo efectivo.
Es verdad que no
todos nuestros actos de bondad o ayuda se verán recompensados como en esta
historia, pero Dios nunca olvida aquello que hacemos por los demás, con un
corazón sincero y desinteresado.
“Así que no nos
cansemos de hacer el bien. A su debido tiempo, cosecharemos numerosas
bendiciones si no nos damos por vencidos”. Gálatas 6:9 (NTV)
Si tienes la
oportunidad de ayudar a alguien no dudes en hacerlo. Muchas veces no somos
conscientes de que todos nuestros actos tienen su repercusión en el futuro.
Nuestra ayuda podría cambiar la vida de muchas personas y aunque no veamos la
recompensa ahora, el Señor nos asegura que tendremos una recompensa en la
eternidad y allí todos los galardones tienen un valor infinito.
Ana María Frege Issa
CVCLAVOZ
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