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Génesis 27:34 La Biblia de
las Américas (LBLA)
Jacob suplanta a Esaú
27 Y aconteció que
siendo ya viejo Isaac, y sus ojos demasiado débiles para ver, llamó a Esaú, su
hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él le respondió: Heme aquí. 2 Y dijo Isaac: Mira, yo soy viejo y no sé el día de mi muerte. 3 Ahora pues, te ruego,
toma tu equipo, tu aljaba y tu arco, sal al campo y tráeme caza; 4 y prepárame un buen
guisado[a] como a mí
me gusta, y tráemelo para que yo coma, y que mi alma te bendiga antes que yo
muera.
5 Rebeca estaba
escuchando cuando Isaac hablaba a su hijo Esaú. Y cuando Esaú fue al campo a
cazar una pieza para traer a casa[b],6 Rebeca
habló a su hijo Jacob, diciendo: He aquí, oí a tu padre que hablaba con tu
hermano Esaú, diciéndole: 7 “Tráeme
caza y prepárame un buen guisado para que coma y te bendiga en presencia del Señorantes de mi muerte.” 8 Ahora
pues, hijo mío, obedéceme en[c] lo que te
mando. 9 Ve ahora al rebaño y
tráeme[d] de allí
dos de los mejores cabritos de las cabras, y yo prepararé con ellos un buen
guisado para tu padre como a él le gusta. 10 Entonces se lo llevarás a tu padre, que
comerá, para que te bendiga antes de su muerte. 11 Y
Jacob dijo a su madre Rebeca: He aquí, Esaú mi hermano es hombre velludo y
yo soy lampiño. 12 Quizá
mi padre me palpe, y entonces seré para él un engañador[e] y traeré
sobre mí una maldición y no una bendición. 13 Pero
su madre le respondió: Caiga sobre
mí tu maldición, hijo mío; solamente obedéceme[f], y ve y tráemelos. 14 Y
él fue, los tomó y los trajo a su madre; y su madre
hizo un buen guisado, como a su padre le gustaba.15 Entonces
Rebeca tomó las mejores[g] vestiduras de
Esaú, su hijo mayor, que tenía ella en la casa, y vistió a Jacob, su hijo menor; 16 le
puso las pieles de los cabritos[h] sobre las
manos y sobre la parte lampiña del cuello, 17 y
puso el guisado y el pan que había hecho en manos de su hijo Jacob.
18 Entonces él fue a su
padre, y dijo: Padre mío. Y éste respondió:
Aquí estoy. ¿Quién eres, hijo mío? 19 Y
Jacob dijo a su padre: Soy Esaú tu primogénito. He hecho lo que me dijiste.
Levántate, te ruego. Siéntate y come de mi caza para que me bendigas[i]. 20 E
Isaac dijo a su hijo: ¿Cómo es que la has
encontrado tan pronto, hijo mío? Y él respondió: Porque el Señor tu Dios hizo
que así me[j] acaeciera. 21 Isaac
entonces dijo a Jacob: Te ruego que te acerques para palparte, hijo mío, a ver
si en verdad eres o no mi hijo Esaú. 22 Jacob
se acercó a Isaac su padre, y él lo palpó y dijo: La voz es la voz de Jacob,
pero las manos son las manos de Esaú. 23 Y
no lo reconoció porque sus manos eran velludas como las de su hermano Esaú, y
lo bendijo. 24 Y le preguntó: ¿Eres
en verdad mi hijo Esaú? Y él respondió: Yo soy. 25 Entonces
dijo: Sírveme[k], y comeré de la
caza de mi hijo para que yo[l] te bendiga.
Y le sirvió[m], y comió; le
trajo también vino, y bebió. 26 Y
su padre Isaac le dijo: Te ruego que te acerques y me beses, hijo mío. 27 Y
él se acercó y lo besó; y al notar[n] el olor de
sus vestidos, lo bendijo, diciendo[o]:
He aquí, el olor de mi hijo
es como el aroma de un campo que el Señor ha bendecido.
28 Dios te dé, pues, del rocío del cielo,
y de la grosura de la tierra,
y abundancia de grano y de mosto.
29 Sírvante pueblos,
y póstrense ante ti naciones;
sé señor de tus hermanos,
e inclínense ante ti los hijos de tu madre.
Malditos los que te maldigan,
y benditos los que te bendigan.
es como el aroma de un campo que el Señor ha bendecido.
28 Dios te dé, pues, del rocío del cielo,
y de la grosura de la tierra,
y abundancia de grano y de mosto.
29 Sírvante pueblos,
y póstrense ante ti naciones;
sé señor de tus hermanos,
e inclínense ante ti los hijos de tu madre.
Malditos los que te maldigan,
y benditos los que te bendigan.
30 Y sucedió que tan
pronto como Isaac había terminado de bendecir a Jacob, y apenas había salido
Jacob de la presencia de su padre Isaac, su hermano Esaú llegó de su cacería. 31 Y
también él hizo un buen guisado y lo trajo
a su padre, y dijo a su padre: Levántese mi padre, y coma de la caza de su
hijo, para que tú me bendigas[p]. 32 Y
su padre Isaac le dijo: ¿Quién eres? Y él respondió: Soy tu hijo, tu
primogénito, Esaú. 33 Y
tembló Isaac con estremecimiento muy grande, y dijo: ¿Quién fue entonces el que
trajo caza, antes de que tú vinieras, y me la trajo y yo comí de todo, y lo
bendije? Sí, y bendito será. 34 Al
oír Esaú las palabras de su padre, clamó con un grande y amargo clamor, y dijo
a su padre: ¡Bendíceme, bendíceme también
a mí, padre mío! 35 Y
él respondió: Tu hermano vino con engaño, y se ha llevado tu bendición. 36 Y
Esaú dijo: Con razón se llama Jacob[q], pues me ha
suplantado estas dos veces. Me quitó mi primogenitura, y he aquí, ahora me ha
quitado mi bendición. Y añadió: ¿No has reservado una bendición para mí? 37 Pero
Isaac respondió, y dijo a Esaú: He aquí, yo lo he puesto por señor tuyo, y le
he dado por siervos a todos sus parientes[r]; y con grano y
mosto lo he sustentado. En cuanto a ti ¿qué haré, pues, hijo mío? 38 Y
Esaú dijo a su padre: ¿No tienes más que una bendición, padre mío? Bendíceme, bendíceme también a mí, padre
mío. Y Esaú alzó su voz y lloró.39 Entonces
su padre Isaac respondió, y le dijo:
He aquí, lejos de[s] la
fertilidad[t] de la
tierra será tu morada,
y lejos del[u] rocío que baja[v] del cielo.
40 Por tu espada vivirás,
y a tu hermano servirás;
mas acontecerá que cuando te impacientes,
arrancarás su yugo de tu cerviz.
y lejos del[u] rocío que baja[v] del cielo.
40 Por tu espada vivirás,
y a tu hermano servirás;
mas acontecerá que cuando te impacientes,
arrancarás su yugo de tu cerviz.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Devocional Diario –
La contaminación física y moral.
Publicado por: Pastor
Carlos Vargas Valdez en Devocional Cristiano, Devocional Diario, Devocionales
Biblicos 2 Comentarios
Crea en mí, oh Dios,
un corazón limpio,y renueva un espíritu recto dentro de mí.Salmo 51:10.
La sangre de
Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.1 Juan 1:7.
Devocional Diario –
La contaminación física y moral
El Amoco-Cadiz en
1978, el Exxon-Valdez en 1989, el Erika en 1999, el Ievoli Sun en el 2000 y el
Prestige en 2003 derramaron millares de toneladas de petróleo en el océano.
Este tipo de contaminación constituye una de las catástrofes naturales de mayor
importancia.
¿Pero sabe usted que
existe otra contaminación igualmente temible? Esta contaminación ataca el alma:
es el pecado. El odio, el afán de lucro, la mentira, la vanidad, el egoísmo, la
inmoralidad sexual, etc. son en realidad las causas reales de la contaminación
del planeta y degradan al hombre en cuerpo y alma. Al mismo tiempo injurian la
gloria del Dios de amor, de santidad, de verdad y de justicia.
¿Cómo responde Dios a
todas esas ofensasí Mediante la cruz del Señor Jesús. Allí la raíz misma del
mal y todas sus manifestaciones fueron quitadas: “He aquí el Cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). “Se presentó una vez para siempre
por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado” (Hebreos
9:26).
Desde ahora los
creyentes pueden decir: “La sangre de Jesucristo… nos limpia de todo pecado”.
Aún hoy, Jesús invita: “Venid a mí” (Mateo 11:28).
Es necesario confiar
en Jesús ahora. Él volverá para juzgar la injusticia, el pecado, y para poner
en orden la creación de Dios. Pero entonces será demasiado tarde para ponerse
en regla con Dios. ¿No lo quiere hacer ahora?
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Devocionales
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ
La oración de Ana.
En el primer capítulo
del libro de 1ra. Samuel se relata una historia acerca de la fe de una mujer,
Ana la esposa de Elcana, quien tenía un anhelo en su corazón: concebir un hijo.
Este asunto le causaba tristeza y desánimo, a esto se sumaba la molestia que le
causaba Penina, la segunda esposa de Elcana, quien sí tenía hijos.
La Biblia menciona
que Ana estaba viviendo un tiempo de amargura y decidió acudir al templo para
orar y así decirle a Dios el motivo de su estado de ánimo.
Esta historia nos enseña una gran lección acerca de la Fe y la actitud que debemos tener en momentos dolorosos y muy difíciles. La Fe es la que nos sostiene y nos ayuda a mantener la esperanza.
Esta historia nos enseña una gran lección acerca de la Fe y la actitud que debemos tener en momentos dolorosos y muy difíciles. La Fe es la que nos sostiene y nos ayuda a mantener la esperanza.
Ana nos enseña la
actitud correcta ante la necesidad:
1.- Acudir a Dios.-
El ser humano en medio de los problemas tiende a encerrarse en su dolor y
olvida a Dios, cuando debiera ser todo lo contrario, pues es justamente a Él a
quién debemos acudir en primer lugar, aunque esto signifique luchar contra
nosotros mismos.
¿En esos momentos de
debilidad a quién acudes?
2.- Nuestras oraciones deben ser completamente sinceras.- Ana, cuando se presentó en el templo para orar, no se reservó nada ante Dios, ella le mostró su dolor y dio a conocer su necesidad.
2.- Nuestras oraciones deben ser completamente sinceras.- Ana, cuando se presentó en el templo para orar, no se reservó nada ante Dios, ella le mostró su dolor y dio a conocer su necesidad.
3.- Cambio de
actitud.- Después de que Ana oró mostró su Fe cuando al salir del templo cambio
de actitud, es difícil sonreír y tener gozo en medio del problema pero hacerlo
demuestra la confianza que tenemos en Dios.
4.- Cumplió su
promesa.- En medio de su oración Ana le hizo una promesa a Dios y la cumplió,
¿Cuántas promesas le hiciste a Dios en medio de la dificultad? Como seres
humanos hacemos promesas movidos al calor de momento pero ¿cuántas de esas
promesas que hicimos las hemos cumplido?
A veces nos toca
vivir situaciones difíciles y dolorosas que pueden ser un motivo para bajar los
brazos y rendirnos pero es justamente en esos momentos cuando debemos mostrar
una verdadera Fe, así como la de Ana que la llevó a la oración.
“Ana, con una
profunda angustia, lloraba amargamente mientras oraba al Señor” 1 Samuel 1:20
(NTV)
Judith Quisbert
CVCLAVOZ
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