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Salmos 54:7 La Biblia de las Américas
Oración
pidiendo socorro divino
Para el director del
coro; con instrumentos de cuerda. Masquil[a] de David, cuando
los zifeos vinieron y dijeron a Saúl: ¿No está David escondido entre nosotros?[b]
54 ¡Sálvame! Oh Dios, por tu nombre,
y hazme justicia[c] con
tu poder.
2 Escucha mi oración, oh Dios,
presta oído a las
palabras de mi boca.
3 Porque extraños se han levantado
contra mí,
y hombres
violentos buscan mi vida[d];
no han puesto a Dios
delante de sí. (Selah[e])
4 He aquí, Dios es el que me ayuda;
el Señor es el que
sostiene[f] mi
alma.
5 Él devolverá el mal[g] a
mis enemigos[h];
destrúyelos por
tu fidelidad[i].
6 Voluntariamente[j] sacrificaré
a ti;
alabaré[k] tu
nombre, oh Señor, porque es bueno.
7 Porque Él[l] me
ha librado de toda angustia,
y mis ojos han visto a
mis enemigos derrotados.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
El éxito
de los demás ¿me produce molestia?
Reflexiones
cristianas diarias por CVCLAVOZ
¿Me
molesta el éxito de los demás? Esta es una pregunta que debemos responder con
toda sinceridad.
No se
puede resolver un mal si no se identifica el problema. Es como toda enfermedad,
requiere ser diagnosticada para poder erradicarla. Así también necesitamos
reconocer el mal que hay en nosotros.
Si
realmente me molesta el éxito de los demás, quiere decir que hay envidia en mi
interior; y se puede identificar con algunas de las siguientes preguntas:
· ¿Por
qué ascendieron a mi compañero de trabajo si yo tengo mayor antigüedad?
· ¿Cómo
es que él pudo comprarse un auto de último modelo y yo tengo esta chatarra?
· ¿Por
qué esta persona es líder de la iglesia si yo soy más fiel?
Como
estas, hay muchas preguntas que reflejan que hay molestia por el éxito del
otro. Esto sucede porque nuestra mirada empezó a enfocarse en los demás.
Recordemos
que en la Biblia nos dice que debemos poner nuestros ojos en Jesús. En el libro
de Colosenses dice:
Colosenses
3:1-2 (NTV).Ya que han sido resucitados a una vida nueva con Cristo, pongan la
mira en las verdades del cielo, donde Cristo está sentado en el lugar de honor,
a la derecha de Dios. Piensen en las cosas del cielo, no en las de la tierra.
Debemos
volver a enfocarnos en Dios. Reconocer que hemos dejado que el pecado de la
envidia ingrese en nuestro corazón.
Si el
éxito de los demás me produce malestar es porque he perdido de vista a Dios. Es
necesario que tengamos presente que, si realmente Cristo reina en mi vida, no
debo permitir que pensamientos, emociones ni sentimientos de envidia surjan en
mí, porque el verdadero amor no tiene envidia.
¿Cómo
puedo dejar de sentir molestia por el éxito del otro?
Es
importante caminar con Jesús, Él nos ayuda a desarrollar su carácter en
nosotros, también nos ayuda a comprender quiénes somos en Él. Empezamos a ver
las capacidades que tenemos y reconocemos nuestras limitaciones. A partir de
ahí, nuestra autoestima se va fortaleciendo, de tal manera que el compararnos
con el otro no es necesario porque se ha comprendido que cada uno es diferente.
De esa
manera, poco a poco, ya no sentimos molestia por el éxito del otro; por el
contrario; nos gozamos por los logros o las bendiciones que ha alcanzado mi
prójimo.
El
verdadero amor no tiene envidia. Dios nos dio su amor y su Espíritu Santo para
que desarrollemos esta virtud. De esa manera el éxito de los demás producirá en
nosotros alegría de corazón.
Neyda
Cruz
CVCLAVOZ
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Renuevo
» Crecimiento Personal » Cosas Que Pueden Paralizar En Tu Vida
Cosas
Que Pueden Producir parálisis en Tu Vida
Hay
cosas que te pueden impedir movilizarte como quisieras.
La vida
que Dios nos ha dado es dinámica. Dios es el Dios único que no es estático sino
dinámico. Siempre está en movimiento, transformando y produciendo cambios
permanentes. No es Dios de Parálisis.
El
Apóstol Pablo lo expresó cuando dijo: “De modo que si alguno está en Cristo,
nueva criatura es. Las cosas viejas pasaron y he aquí todas son hechas nuevas”.
Sin embargo a veces permitimos que ciertas cosas terminen inmovilizándonos
espiritual, emocional y ministerialmente.
En
varias ocasiones Jesús sanó a varios paralíticos atacando directamente la raíz
de sus parálisis. Cuando conocemos la raíces de nuestras parálisis en la vida
podemos retomar la fuerzas y movilizarnos en una nueva dimensión en nuestra
vida.
“Unos
días después, cuando Jesús entró de nuevo en Capernaúm, corrió la voz de que estaba
en casa. Se aglomeraron tantos que ya no quedaba sitio ni siquiera frente a la
puerta mientras él les predicaba la palabra. Entonces llegaron cuatro hombres
que le llevaban un paralítico. Como no podían acercarlo a Jesús por causa de la
multitud, quitaron parte del techo encima de donde estaba Jesús y, luego de
hacer una abertura, bajaron la camilla en la que estaba acostado el paralítico.
Al ver Jesús la fe de ellos, le dijo al paralítico:
—Hijo,
tus pecados quedan perdonados”. Marcos 2:5
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