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Jeremías 6:8 La
Biblia de las Américas (LBLA)
Amenazas de invasión
6 Huid, hijos de
Benjamín,
de en medio de Jerusalén;
tocad trompeta en Tecoa,
y alzad señal sobre Bet-haquerem[a],
porque desde el norte se asoma el mal
y una gran destrucción.
2 A la hermosa y delicada hija de Sion destruiré.
3 A ella vendrán pastores con sus rebaños,
levantarán sus tiendas a su alrededor[b],
y cada uno apacentará en su lugar[c].
4 Preparad[d] guerra contra ella;
levantaos y ataquemos[e] al mediodía.
¡Ay de nosotros, porque el día declina,
porque se extienden las sombras del anochecer!
5 Levantaos, ataquemos[f] de noche
y destruyamos sus palacios[g].
de en medio de Jerusalén;
tocad trompeta en Tecoa,
y alzad señal sobre Bet-haquerem[a],
porque desde el norte se asoma el mal
y una gran destrucción.
2 A la hermosa y delicada hija de Sion destruiré.
3 A ella vendrán pastores con sus rebaños,
levantarán sus tiendas a su alrededor[b],
y cada uno apacentará en su lugar[c].
4 Preparad[d] guerra contra ella;
levantaos y ataquemos[e] al mediodía.
¡Ay de nosotros, porque el día declina,
porque se extienden las sombras del anochecer!
5 Levantaos, ataquemos[f] de noche
y destruyamos sus palacios[g].
6 Porque así dice el Señor de los ejércitos:
Cortad
sus árboles,
y poned sitio[h] contra Jerusalén.
Esta es la ciudad que ha de ser castigada,
todo dentro de ella es opresión.
7 Como un pozo mantiene frescas[i] sus aguas,
así ella mantiene fresca[j] su maldad.
En ella se oyen violencia y destrucción;
ante mí hay de continuo enfermedades y heridas.
8 Sé precavida, oh Jerusalén,
no sea que mi alma se aleje de ti;
no sea que yo te convierta en desolación,
en tierra despoblada.
y poned sitio[h] contra Jerusalén.
Esta es la ciudad que ha de ser castigada,
todo dentro de ella es opresión.
7 Como un pozo mantiene frescas[i] sus aguas,
así ella mantiene fresca[j] su maldad.
En ella se oyen violencia y destrucción;
ante mí hay de continuo enfermedades y heridas.
8 Sé precavida, oh Jerusalén,
no sea que mi alma se aleje de ti;
no sea que yo te convierta en desolación,
en tierra despoblada.
9 Así dice el Señor de los ejércitos:
Buscarán,
rebuscarán como en una vid el remanente de Israel;
vuelve a pasar tu mano como el vendimiador
por los sarmientos.
10 ¿A quiénes hablaré y advertiré, para que oigan?
He aquí, sus oídos están cerrados[k],
y no pueden escuchar.
He aquí, la palabra del Señor les es oprobio;
no se deleitan en ella.
11 Pero yo estoy lleno del furor del Señor,
estoy cansado de retenerlo.
Derrámalo sobre los niños en la calle,
y sobre la reunión[l] de los jóvenes;
porque serán apresados tanto el marido como la mujer,
el viejo y el muy anciano[m].
12 Y sus casas serán entregadas a otros,
juntamente con sus campos y sus mujeres;
porque extenderé mi mano
contra los habitantes de esta[n] tierra —declara el Señor.
13 Porque desde el menor hasta el mayor,
todos ellos codician ganancias,
y desde el profeta hasta el sacerdote,
todos practican el engaño.
14 Y curan a la ligera el quebranto de mi pueblo,
diciendo: “Paz, paz”,
pero no hay paz.
15 ¿Se han avergonzado de la abominación que han cometido?
Ciertamente no se han avergonzado,
ni aun han sabido ruborizarse;
por tanto caerán entre los que caigan;
en la hora que yo los castigue serán derribados —dice el Señor.
vuelve a pasar tu mano como el vendimiador
por los sarmientos.
10 ¿A quiénes hablaré y advertiré, para que oigan?
He aquí, sus oídos están cerrados[k],
y no pueden escuchar.
He aquí, la palabra del Señor les es oprobio;
no se deleitan en ella.
11 Pero yo estoy lleno del furor del Señor,
estoy cansado de retenerlo.
Derrámalo sobre los niños en la calle,
y sobre la reunión[l] de los jóvenes;
porque serán apresados tanto el marido como la mujer,
el viejo y el muy anciano[m].
12 Y sus casas serán entregadas a otros,
juntamente con sus campos y sus mujeres;
porque extenderé mi mano
contra los habitantes de esta[n] tierra —declara el Señor.
13 Porque desde el menor hasta el mayor,
todos ellos codician ganancias,
y desde el profeta hasta el sacerdote,
todos practican el engaño.
14 Y curan a la ligera el quebranto de mi pueblo,
diciendo: “Paz, paz”,
pero no hay paz.
15 ¿Se han avergonzado de la abominación que han cometido?
Ciertamente no se han avergonzado,
ni aun han sabido ruborizarse;
por tanto caerán entre los que caigan;
en la hora que yo los castigue serán derribados —dice el Señor.
16 Así dice el Señor:
Paraos
en los caminos y mirad,
y preguntad por los senderos antiguos
cuál es el buen camino, y andad por él;
y hallaréis descanso para vuestras almas.
Pero dijeron: “No andaremos en él.”
17 Y puse centinelas sobre vosotros, que dijeran:
“Escuchad el sonido de la trompeta.”
Pero dijeron: “No escucharemos.”
18 Por tanto, oíd, naciones,
y entiende, congregación, lo que se hará entre ellos.
19 Oye, tierra: he aquí, yo traigo una calamidad sobre este pueblo,
el fruto de sus planes[o],
porque no han escuchado mis palabras,
y han desechado mi ley.
20 ¿Para qué viene a mí este incienso de Sabá,
y la dulce[p] caña de una tierra lejana?
Vuestros holocaustos no son aceptables,
y vuestros sacrificios no me agradan.
y preguntad por los senderos antiguos
cuál es el buen camino, y andad por él;
y hallaréis descanso para vuestras almas.
Pero dijeron: “No andaremos en él.”
17 Y puse centinelas sobre vosotros, que dijeran:
“Escuchad el sonido de la trompeta.”
Pero dijeron: “No escucharemos.”
18 Por tanto, oíd, naciones,
y entiende, congregación, lo que se hará entre ellos.
19 Oye, tierra: he aquí, yo traigo una calamidad sobre este pueblo,
el fruto de sus planes[o],
porque no han escuchado mis palabras,
y han desechado mi ley.
20 ¿Para qué viene a mí este incienso de Sabá,
y la dulce[p] caña de una tierra lejana?
Vuestros holocaustos no son aceptables,
y vuestros sacrificios no me agradan.
21 Por tanto, así dice
el Señor:
He
aquí, pongo[q] piedras de tropiezo
delante de este pueblo,
y tropezarán en ellas
padres e hijos a una;
el vecino y su prójimo perecerán.
y tropezarán en ellas
padres e hijos a una;
el vecino y su prójimo perecerán.
22 Así dice el Señor:
He
aquí, viene un pueblo de tierras del norte,
y una gran nación se levantará de los confines de la tierra.
23 Empuñan arco y jabalina,
crueles son, no tienen misericordia;
sus voces braman como el mar,
y montan a caballo
como hombres dispuestos para la guerra
contra ti, hija de Sion.
24 Hemos oído de su fama,
flaquean nuestras manos.
La angustia se ha apoderado de nosotros,
dolor como de mujer de parto.
25 No salgas al campo,
ni andes por el camino;
porque espada tiene el enemigo,
y hay terror por todas partes.
26 Hija de mi pueblo, cíñete el cilicio
y revuélcate en ceniza;
haz duelo como por hijo único,
lamento de gran amargura,
porque de pronto el destructor
vendrá sobre nosotros.
y una gran nación se levantará de los confines de la tierra.
23 Empuñan arco y jabalina,
crueles son, no tienen misericordia;
sus voces braman como el mar,
y montan a caballo
como hombres dispuestos para la guerra
contra ti, hija de Sion.
24 Hemos oído de su fama,
flaquean nuestras manos.
La angustia se ha apoderado de nosotros,
dolor como de mujer de parto.
25 No salgas al campo,
ni andes por el camino;
porque espada tiene el enemigo,
y hay terror por todas partes.
26 Hija de mi pueblo, cíñete el cilicio
y revuélcate en ceniza;
haz duelo como por hijo único,
lamento de gran amargura,
porque de pronto el destructor
vendrá sobre nosotros.
27 Te he puesto como observador y como examinador entre
mi pueblo,
para que conozcas y examines su conducta.
28 Todos ellos son rebeldes obstinados
que andan calumniando.
Son hierro y bronce;
todos ellos están corrompidos[r].
29 El fuelle sopla con furor,
el plomo es consumido por el fuego;
en vano se sigue refinando,
pues los malvados no son separados[s].
30 Los llaman plata de deshecho,
porque el Señor los ha desechado.
para que conozcas y examines su conducta.
28 Todos ellos son rebeldes obstinados
que andan calumniando.
Son hierro y bronce;
todos ellos están corrompidos[r].
29 El fuelle sopla con furor,
el plomo es consumido por el fuego;
en vano se sigue refinando,
pues los malvados no son separados[s].
30 Los llaman plata de deshecho,
porque el Señor los ha desechado.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Publicado por: Pastor Carlos Vargas Valdez en
Devocional Diario 0
…RECIBIRÉIS PODER CUANDO HAYA VENIDO SOBRE VOSOTROS
EL ESPÍRITU SANTO (Hechos 1:8)
Cuando
Ray y Dorothy Buker fueron a Birmania en 1926, ya había otros misioneros allí.
Éstos habían establecido su propio sistema bancario, se les servía el té de la
tarde y tenían mayordomos, nada de lo cual se adaptaba al concepto de Buker de
predicar el evangelio.
Como deportista olímpico que había sido,
acostumbrado a privaciones, deseaba ir adonde otros no lo habían hecho. Por
esta razón fue para el norte de China.
Cuando su esposa sufrió una crisis nerviosa y no
contaban con la ayuda necesaria, Buker oró por ella, le leía la Palabra y la
cuidó hasta que se recuperó.
Durante la Segunda Guerra Mundial, tuvo que huir del
ejército japonés para salvar la vida y cuando murió a la edad de 92 años, dejó
un legado grande de almas ganadas para Cristo.
¿De dónde sacó Buker esas agallas y esa tenacidad?
Jesús dijo: Recibiréis poder cuando haya venido
sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos (Hechos 1:8).
En los primeros tiempos de la informática, si se iba
la luz se perdía toda la información que no se había salvado.
Ahora con el sistema de corriente eléctrica
ininterrumpida eso no ocurre. Dios nunca quiso que nos rigiéramos por el
sistema del mundo, porque su Espíritu nos da poder para hacer cinco cosas:
1) Se nos da poder para decidir
Pero el que está firme en su corazón, sin tener compromiso que lo obligue, sino que, dueño de su propia voluntad (1 Corintios 7:37).
Pero el que está firme en su corazón, sin tener compromiso que lo obligue, sino que, dueño de su propia voluntad (1 Corintios 7:37).
2) Tenemos el poder de resistir.
Enfrentar las pruebas con gracia es una prueba de que el poder [es] de Dios y no de nosotros (2 Corintios 4:7).
Enfrentar las pruebas con gracia es una prueba de que el poder [es] de Dios y no de nosotros (2 Corintios 4:7).
3) Se nos ha dado el poder de vencer: “Somos
débiles”, pero viviremos con él por el poder de Dios (2 Corintios 13:4 RV 1960)
4) Se nos da el poder para ministrar “según la
acción de su poder” (Efesios 3:7).
5) Tenemos el poder de ser sus testigos. “Pues el
reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder” (1 Corintios 4:20).
Ya tienes el poder; por lo tanto, ¡úsalo!
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Aunque no veas los frutos.
Se cuenta que en un pueblo rodeado de montañas vivía
un anciano al que la gente del lugar llamaba el “Loco”.
La gente se reía al verlo pasar y se burlaba de él.
El hombre iba humildemente vestido, sin posesiones, sin una casa que fuera de
su propiedad, sin una esposa ni hijos; como diría mucha gente era un desdichado
y como opinaban otros, era un inútil que no beneficiaba a la sociedad.
Pero este hombre viejo ocupaba su vida sembrando
árboles en todos los lugares donde podía. Sembraba semillas de las cuales nunca
vería ni las flores ni el fruto y nadie le pagaba por ello y tampoco se lo
agradecían, nadie lo alentaba y por el contrario, era objeto de burla ante los
demás.
Sucedió que un día cabalgaba por esos rumbos el Rey
de aquel lugar, rodeado de su escolta y observaba lo que sucedía verdaderamente
en su reino. Al pasar por aquel lugar y encontrarse al “Loco” le preguntó:
- ¿Qué haces, buen hombre?
- Sembrando Señor, sembrando- Respondió el anciano.
- Pero, ¿cómo es que siembras? Estás viejo y cansado, y seguramente no verás siquiera el árbol cuando crezca. ¿Para qué siembras entonces?
- Sembrando Señor, sembrando- Respondió el anciano.
- Pero, ¿cómo es que siembras? Estás viejo y cansado, y seguramente no verás siquiera el árbol cuando crezca. ¿Para qué siembras entonces?
- Señor, otros sembraron y he comido, es tiempo de
que yo siembre para que otros coman.
El Rey quedó admirado con la sabiduría de aquel
hombre y le dijo: “Pero no verás los frutos, y aún sabiendo eso continuas
sembrando... Por ello te regalaré unas monedas de oro, por esa gran lección que
me has dado”. El Emperador llamó a uno de sus guardias para que trajese una
pequeña bolsa con monedas de oro y las entregó al sembrador.
El anciano respondió: “¿Ve, Señor, como mi semilla
ya ha dado fruto? Aún no la acabo de sembrar y ya me está dando frutos, y aún
más, si alguna persona se volviera “loca” como yo y se dedicara solamente a
sembrar sin esperar los frutos sería el más maravilloso de todos los frutos que
yo hubiera obtenido, porque siempre esperamos algo a cambio de lo que hacemos,
porque siempre queremos que se nos devuelva igual que lo que hacemos. Esto,
desde luego, sólo cuando consideramos que hacemos bien, y olvidándonos de lo
malo que hacemos”.
El Rey lo miró asombrado y le dijo: “¡Cuánta
sabiduría y cuánto amor hay en ti!, ojalá hubiera más como tú en este mundo.
Con unos cuantos que hubiese, el mundo sería otro; mas nuestros ojos tapados
con unos velos propios de la humanidad, nos impiden ver la grandeza de seres
como tú. Ahora me retiraré porque, si sigo conversando contigo, terminaré por
darte todos mis tesoros, aunque sé que los emplearlas bien, tal vez mejor que
yo. ¡Qué Dios te Bendiga!”.
Y terminado esto, partió el emperador junto con su
séquito, y el anciano siguió sembrando y no se supo de su fin, no se supo si
terminó muerto y olvidado por ahí en algún cerro, pero él había cumplido su
labor.
Los seres humanos tenemos la tendencia de hacer las
cosas esperando una recompensa, ver los frutos de nuestro trabajo, ser
reconocidos y elogiados; pero existen muchas veces que, como el anciano al que
llamaban “Loco”, no veremos inmediatamente los resultados pero debemos seguir
haciendo las cosas con la misma dedicación y el mismo amor que pondríamos a un
trabajo que daría frutos inmediatamente.
Puede ser que nunca lo sepamos pero con nuestras
acciones, nuestro ejemplo, nuestras palabras, podemos estar marcando la vida de
las personas que nos rodean. Siempre hay gente observándonos y todo lo que
hacemos repercute.
“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para
el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa
de la herencia, porque a Cristo el Señor servís”. Colosenses 3:23
Que nuestras acciones y palabras siempre sean las mejores, que podamos sentirnos felices y en paz por las semillas que sembramos, aunque no veamos sus frutos ahora.
Que nuestras acciones y palabras siempre sean las mejores, que podamos sentirnos felices y en paz por las semillas que sembramos, aunque no veamos sus frutos ahora.
Ana María Frege Issa
CVCLAVOZ
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