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Mateo 24:4-5 La Biblia de las Américas
Señales antes del fin
3 Y estando Él sentado en el monte
de los Olivos, se le acercaron los discípulos en privado, diciendo: Dinos,
¿cuándo sucederá[c] esto,
y cuál será la señal
de tu venida[d] y
de la consumación[e] de este siglo? 4 Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. 5 Porque
muchos vendrán en mi nombre, diciendo: «Yo soy el Cristo[f]», y engañarán a muchos. 6 Y habréis de oír de guerras y rumores de
guerras. ¡Cuidado! No os alarméis, porque es necesario que todo esto suceda; pero todavía
no es el fin. 7 Porque
se levantará nación contra nación, y reino contra reino, y en diferentes
lugares habrá hambre y terremotos. 8 Pero todo esto es solo el comienzo de dolores[g]. 9 Entonces os entregarán a tribulación, y os
matarán, y seréis odiados de todas las naciones por causa de mi nombre. 10 Muchos tropezarán[h] entonces y caerán, y se traicionarán unos a
otros, y unos a otros se odiarán. 11 Y se levantarán muchos falsos profetas, y
a muchos engañarán. 12 Y
debido al aumento de la iniquidad, el amor de muchos se enfriará. 13 Pero el que persevere hasta el fin, ese
será salvo. 14 Y
este evangelio del reino se predicará en todo el mundo[i] como testimonio a todas las
naciones, y entonces vendrá el fin.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
¿Cómo vencer el pecado?
Reflexiones cristianas diarias por
CVCLAVOZ
El pecado afecta nuestra relación
personal con Dios, con nuestro prójimo y con nosotros mismos porque nos aleja
de Dios, nos quita la paz y nos hace esclavos de lo malo.
El pecado trae conflictos
El pecado puede generar una batalla en
la vida de uno mismo y ganarla sin ningún problema si no hay un poder para
luchar contra él. Se puede intentar vencer al pecado humanamente, pero, los
esfuerzos serían inútiles.
He descubierto el siguiente principio
de vida: que cuando quiero hacer lo que es correcto, no puedo evitar hacer lo
que está mal. Amo la ley de Dios con todo mi corazón, pero hay otro poder
dentro de mí que está en guerra con mi mente. Ese poder me esclaviza al pecado
que todavía está dentro de mí. ¡Soy un pobre desgraciado! ¿Quién me libertará
de esta vida dominada por el pecado y la muerte?
Romanos 7:21-24 (NTV)
En estos pasajes vemos al apóstol
Pablo que está tratando de ser bueno por sus propias fuerzas, pero fracasa una
y otra vez por el poder del pecado que habita en él. Lo que Pablo vivió en ese
momento es la batalla que cualquiera de nosotros enfrenta cuando intenta
obedecer a Dios en sus propias fuerzas.
¿Cómo vencer el pecado?
Por eso les digo: dejen que el
Espíritu Santo los guíe en la vida. Entonces no se dejarán llevar por los
impulsos de la naturaleza pecaminosa. La naturaleza pecaminosa desea hacer el
mal, que es precisamente lo contrario de lo que quiere el Espíritu. Y el
Espíritu nos da deseos que se oponen a lo que desea la naturaleza pecaminosa.
Estas dos fuerzas luchan constantemente entre sí, entonces ustedes no son
libres para llevar a cabo sus buenas intenciones.
Gálatas 5:16-17 (NTV)
Luego de luchar contra el pecado, con
sus propias fuerzas, el apóstol Pablo dice que la única manera de vencerlo es
andando en el espíritu. El término andar se refiere a “caminar juntos”, lo que
significa, que el Espíritu Santo es la clave para ser libres del pecado.
El Espíritu Santo es quién nos da
poder para vencer el pecado. En Mateo 4:1, Jesús fue llevado al desierto por el
Espíritu, ahí estuvo en comunión con su Padre durante cuarenta días y cuarenta
noches. Cuando regresó de la presencia de Dios, fue tentado por satanás, quien
no pudo vencerlo porque Jesús estaba lleno del Espíritu Santo.
Por lo tanto, para poder ser libre de
la esclavitad, debes andar en el Espíritu Santo.
Pero recibiréis poder, cuando haya
venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en
toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.
Hechos 1:8 (RVR1960)
Diego Jora
CVCLAVOZ
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Renuevo » Crecimiento Personal » Más Grande Que Un Sentimiento
“Aun si nos sentimos culpables, Dios es superior a nuestros
sentimientos y él lo sabe todo.”
1 Juan 3.20
Culpa. Este es un tema que para nosotros, surge y resurge una y
otra vez. Cada vez que hablamos con gente sobre permitir que Dios sane su
pasado, de alguna u otra manera, terminamos señalando la culpa con la que viven
por las cosas que hicieron en el pasado. La culpa es una realidad en varios
sentidos.
Es real en el sentido de que todos la sentimos. No obstante, en
un sentido más poderoso, es real porque es el hecho de haber hecho algo malo.
En ese momento, todos la sentimos, porque todos hemos cometido errores, hemos
herido a alguien o hemos causado daño. Ese es el hecho. Basado en los hechos,
somos culpables de hacer esas cosas.
El problema con todo esto? Es fácil permitir que tu sentimiento
de culpa nuble la manera en que te ves a ti mismo y al mundo que te rodea. Se
convierte en el lente por medio del cual nos vemos a nosotros mismos. Y cuando
nos vemos de esta manera, llegamos a la conclusión de que los demás nos ven de
la misma manera, o por lo menos que pueden sentir nuestra culpabilidad.
Por fuera puede que parezcamos ser seguros de si mismos,
dotados, exitosos, talentosos, etc. pero por dentro estamos colgando de un
hilo. Puede que podamos presentarnos de tal manera que la gente no pueda ver
nuestro sentimiento, pero el sentimiento sigue vivo dentro de nosotros.
Esto se traduce fácilmente a nuestra relación con Dios. Él no
puede ser engañado por nuestra fachada exterior. Él no se distrae con nuestros
logros o bienes materiales. Él ve lo que hay adentro. Ve la culpa y la
vergüenza. Entonces ahora veamos el versículo mencionado, “Aun si nos sentimos
culpables, Dios es superior a nuestros sentimientos…”
El hecho es que todos somos culpables pero no necesitamos ser
dominados por ese sentimiento. Dios es más grande que nuestros sentimientos. Él
es capaz de tratar con los sentimientos que pueden habernos tenido atrapados.
Es capaz de sanar esos sentimientos, capaz de cambiar nuestra perspectiva y
empujarnos a avanzar hacia una vida saludable y efectiva.
Con qué culpa has estado viviendo? Cómo te has estado viendo a
ti mismo?
Hoy, lleva tus sentimiento de culpa a Dios y pregúntale cómo te
ve Él. La respuesta es perdonado. Siempre ha sido perdonado. No permitas que
los sentimientos de culpa te condenen a vivir una vida sin amor. Dios es más
grande que tus sentimientos y puede ayudarte a dar y recibir amor de nuevo.
Robert & Rebecca Vander Meer
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