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Daniel 8:9-12 La Biblia de las Américas
Visión
del carnero y del macho cabrío
9 Y de uno
de ellos salió un cuerno pequeño, que creció mucho hacia el sur, hacia el
oriente y hacia la Tierra Hermosa[i]. 10 Creció hasta el
ejército del cielo, e hizo caer a la tierra parte del ejército y de las estrellas, y las pisoteó. 11 Se engrandeció
hasta igualarse con el
Jefe[j] del ejército, le quitó su
sacrificio continuo y fue derribado el lugar de su santuario. 12 Y el ejército será
entregado al cuerno junto
con el sacrificio continuo a causa de la transgresión; arrojará por tierra la
verdad y hará su voluntad y
prosperará. 13 Oí entonces hablar a un santo, y
otro santo dijo al que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del
sacrificio continuo, de la transgresión que espanta, y de que el lugar santo y
el ejército sean pisoteados? 14 Y le[k] respondió: Por dos mil
trescientas tardes y mañanas; entonces el lugar santo será restaurado[l].
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
El fruto que Dios espera de ti
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ
El fruto es el resultado evidente de quiénes somos y a quién
tenemos en nuestro corazón. Por esta razón, en la parábola de la higuera
estéril Jesús ilustra que Dios busca que demos fruto.
«Un hombre plantó una higuera en su jardín, y regresó varias
veces para ver si había dado algún fruto, pero siempre quedaba decepcionado.
Finalmente le dijo al jardinero: “Llevo tres años esperando, ¡y no ha producido
ni un solo higo! Córtala, solo ocupa espacio en mi jardín”. El jardinero
respondió: “Señor, dale otra oportunidad. Déjala un año más, y le daré un
cuidado especial y mucho fertilizante. Si el año próximo da higos, bien. Si no,
entonces puedes cortarla”».
Lucas 13:6-9 (NTV)
Antes de citar esta parábola, Jesús advierte que, si no hay
arrepentimiento en nuestras vidas, moriremos en pecado. Y la manera de
demostrar que hemos cambiado nuestra manera de vivir es dando fruto.
Dios espera que demos fruto
Todos aquellos que hemos aceptado a Jesús en nuestro corazón
hemos entrado en el jardín de Dios y Él espera que demos fruto.
Dios es nuestro amo y Jesús es el Jardinero, y está a la derecha
del Padre rogándole para que tengamos más tiempo de gracia si hasta hoy no
hemos dado fruto y así no ser desechados como la higuera estéril.
¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el
que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también
intercede por nosotros.
Romanos 8:34 (RVR 1960)
Última oportunidad
El amo esperó tres años para que la higuera diera fruto y al ver
que no hubía ninguno, pidió cortarla. Pero, el jardinero intercedió para que
tuviera una última oportunidad, un año de gracia, y en caso de no dar fruto, el
árbol sería retirado del jardín para siempre.
Dios es compasivo y está siempre dispuesto a perdonarnos, pero
también nos muestra que todo tiene un límite. Por lo tanto, si hasta hoy no has
dado el fruto que Dios espera de ti, es mejor que te arrepientas y aproveches
este tiempo de gracia.
Jesús está intercediendo ante el Padre en este momento por tu
vida, aprovecha esta ayuda de Jesús y deja que Él cambie tu vida. Reconócelo
como tu Señor y Salvador. Seguidamente, vive en obediencia a su palabra y unido
a Él.
Ciertamente, yo soy la vid; ustedes son las ramas. Los que
permanecen en mí y yo en ellos producirán mucho fruto porque, separados de mí,
no pueden hacer nada.
Juan 15:5 (NTV)
Diego Jora
CVCLAVOZ
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
Tu palabra es la voz que necesito escuchar
Reflexiones cristianas diarias por CVCLAVOZ
Cuando enfrentamos situaciones difíciles o nos sentimos
perdidos, buscamos ayuda en todas partes, lo curioso es que ponemos como última
opción la voz de Dios.
Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le
compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y
descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu
contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.
Mateo 7:26-27 (RVR 1960)
Tu palabra es la voz que me salvó
Recuerdo la historia de una mujer que estaba a punto de
divorciarse, su matrimonio enfrentaba una crisis después de veinte años. Para
saciar su necesidad de amor ella consideró ser infiel a su esposo, pero justo
cuando iba a asistir a una cita, prefirió escuchar la voz de Dios y fue a una
iglesia.
Ella conoció el amor de Dios y decidió renunciar al pecado;
pero, aún el tema de su matrimonio no estaba resuelto y un día, su esposo la
vio danzando y alabando al Señor a solas, pensó que se había vuelto loca y
procedió con los papeles del divorcio.
Un domingo el hombre regresó temprano a casa, lo que era muy
raro, y se encontró con que su esposa había ido a la iglesia con sus hijos y,
al no tener llaves para entrar a su casa, fue a buscarla.
Él cuenta que entró obligado a la reunión puesto que su esposa
estaba sentada adelante. La sorpresa fue grande cuando al finalizar la
enseñanza pasó al frente llorando y entregando su vida a Cristo. Su matrimonio
fue restaurado porque ambos decidieron escuchar la voz de Dios.
Necesito escucharte
Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le
compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca.
Mateo 7:24 (RVR 1960)
En los momentos difíciles debemos comprender que la Palabra de
Dios es la voz que necesitamos escuchar, solamente por medio de ella
recibiremos sabiduría, guía y dirección para nuestras vidas. Te animo a
detenerte por un momento para oír la voz del Señor, estoy segura de que Él
tiene algo importante que decirte.
Shirley Chambi
CVCLAVOZ
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