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Hechos 23;11 La Biblia de las Américas
23 Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio[a], dijo: Hermanos[b], hasta este día yo he vivido delante
de Dios con una conciencia perfectamente limpia[c]. 2 Y
el sumo sacerdote Ananías ordenó a los que estaban junto a él, que lo
golpearan en la boca. 3 Entonces Pablo le dijo: ¡Dios te golpeará
a ti, pared blanqueada! ¿Te sientas tú para juzgarme conforme a la ley, y
violas la ley ordenando que me golpeen? 4 Los que estaban allí observando, dijeron:
¿Al sumo sacerdote de Dios injurias? 5 Y Pablo dijo: No sabía, hermanos, que él
era el sumo sacerdote; porque escrito está: No hablaras mal de una de las autoridades de tu
pueblo. 6 Entonces Pablo, dándose cuenta de que una
parte eran saduceos y otra fariseos, alzó la voz en el concilio: Hermanos[d], yo soy fariseo, hijo de fariseos; se
me juzga a causa de la esperanza de[e] la resurrección de los muertos. 7 Cuando dijo esto, se produjo
un altercado entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió. 8 Porque los saduceos dicen que
no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu, mas los fariseos creen todo esto. 9 Se produjo entonces un gran
alboroto; y levantándose algunos de los escribas del grupo de los fariseos,
discutían acaloradamente, diciendo: No encontramos nada malo en este hombre;
pero ¿y si un espíritu o un ángel le ha hablado? 10 Y al surgir un gran
altercado, el comandante[f] tuvo temor de que Pablo fuera
despedazado por ellos, y ordenó que las tropas descendieran, lo sacaran de
entre ellos a la fuerza y lo llevaran al cuartel.
11 A la noche siguiente se le apareció el Señor y le dijo: Ten ánimo, porque como has testificado
fielmente de mi causa en Jerusalén, así has de testificar también en Roma.
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
¿Quién merece
la bondad de Dios?
Reflexiones
cristianas diarias por CVCLAVOZ
En muchas
ocasiones nos sentimos merecedores de aquello que nos esforzamos en alcanzar,
por ejemplo: en las tareas laborales o de estudio, esperamos una buena
remuneración o buenas notas, pero no siempre pasa esto ¿verdad?
Quizás no
siempre obtengamos lo que sentimos que merecemos, pero hay algo que en verdad
no merecíamos pero nos fue dado: la bondad de Dios.
¿Qué te hace
merecedor de la bondad de Dios?
Pensemos en un
caso, quizás extremo, de alguien que ha cometido un delito como el asesinato,
infringió la ley y el derecho a la vida, ¿es digno de la benevolencia de Dios?
Probablemente creamos por un instante que no. Pero qué tal si pensamos en una
persona dadivosa, buena, culta, que no infringe la ley ni nada, ésta ¿se
ganaría la bondad del Señor?
Según nuestros
estándares posiblemente demos un veredicto que consideramos correcto, pero en
la medida de Dios es diferente. El Salmo 103 plasma algunas verdades acerca de
la benevolencia del Señor hacia las personas:
Misericordioso
y clemente es Jehová; Lento para la ira, y grande en misericordia. No
contenderá para siempre, Ni para siempre guardará el enojo. No ha hecho con
nosotros conforme a nuestras iniquidades, Ni nos ha pagado conforme a nuestros
pecados. Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, Engrandeció su
misericordia sobre los que le temen. Cuanto está lejos el oriente del
occidente, Hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones. Como el padre se
compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen. Porque él
conoce nuestra condición; Se acuerda de que somos polvo.
Salmos 103:8-14
(RVR 1960)
Todos contamos
con la bondad de Dios por pura misericordia, clemencia y compasión, nadie es
digno, pero al Señor le plació brindarnos de su benignidad.
La bondad de
Dios produce alabanza
Recibir el bien
de Dios sin merecerlo hace que nuestro corazón lo alabe y le agradezca por su
gran misericordia. Sin embargo, podemos llegar a pasar por alto su favor y
olvidar el privilegio que Él nos da.
Por ello,
hagamos todo lo posible para iniciar nuestros días recordando la benevolencia
de Dios y agradezcamos como en esta porción de los Salmos:
Bendice, alma
mía, a Jehová, Y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a
Jehová, Y no olvides ninguno de sus beneficios. El es quien perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus dolencias; El que rescata del hoyo tu vida, El que te
corona de favores y misericordias; El que sacia de bien tu boca De modo que te
rejuvenezcas como el águila.
Salmos 103: 1-5
(RVR 1960)
Que tu ser
bendiga a Dios y lo reconozca en todas las áreas de tu vida, pues su amor es
inagotable y su benevolencia no tiene fin.
Soraida Fuentes
CVCLAVOZ
UN ENCUENTRO CON LA PALABRA
REFLEXION
¿Por qué
anhelamos a Dios?
Reflexiones
cristianas diarias por CVCLAVOZ
Así como
David, cuando huía del rey Saúl, tenía una intensa necesidad por su seguridad,
tenía sed y hambre, así muchas veces estaremos en la vida. No siempre huyendo
de un enemigo, muchas veces temiendo contraer el virus, o con temor de que nos
despidan del trabajo. Tal vez estás sin trabajo y estás pasando por ese
desierto; es cuando más anhelamos a Dios.
Dios,
Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te
anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas,
Salmos
63:1 (RVR1960)
La
necesidad más grande
El
versículo citado es parte de los Salmos que escribió David cuando estaba
huyendo, pasando hambre y necesidades. Pero se mantuvo fiel a Dios y su alma
seguía anhelando de Dios.
Pero más
que sed de agua y hambre de comida, necesitaba sentir la presencia de Dios. Esa
era la necesidad más grande que manifestaba. Y como todos nosotros, había
fallado, le había fallado a Dios. Sin embargo, Dios le llamó un hombre conforme
a Su corazón, y es por eso que a veces tenemos que pasar por esos desiertos;
para que cuando sintamos sed, pensemos en nuestra sed espiritual y anhelemos a
Dios.
Quitado
éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He
hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo
que yo quiero.
Hechos
13:22 (RVR1960)
Viviendo
por fe
Podemos
vivir como David, por encima de las circunstancias. Debemos permitir que
nuestras necesidades físicas nos recuerden nuestras necesidades espirituales.
Buscar satisfacer nuestra sed espiritual con el Agua Viva que nos ofrece Jesús
para saciar nuestra sed y no volverla a sentir.
Las dificultades
de la vida por las que estás pasando pueden ser una gran oportunidad para
enfocarte en tu espíritu y pedir a Dios ayuda para seguir adelante; alabando a
Dios en todo momento, y sin importar las circunstancias en las que estás, pues
vivimos por fe, no por lo que vemos. Dios siempre está allí si le buscamos.
Elluz
Peraza
CVCLAVOZ
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